lunes, 26 de noviembre de 2007

FE Y COMPROMISO CRISTIANO


FE Y COMPROMISO CRISTIANO[1]
Eudoro Rodríguez A.

El fundamento del compromiso cristiano se remonta a la práctica y la doctrina central de Jesús, la exigencia central que refleja la autenticidad de la religión: el amor a Dios y el amor al prójimo. No se pude creer en Dios y explotar al otro, no podemos reivindicar los derechos de Dios si al mismo tiempo no reivindicamos los del hombre, creer en Dios es, a su vez, creer en el hombre. Dios no es rival del hombre sino su potenciación, su futuro. Pero en la práctica si juzgamos a los cristianos por el amor, por el respeto al otro en cuanto otro, cuánta distancia entre el evangelio y la vida, cuánta incoherencia; digo más, cinismo, cuando vemos en nombre de Dios matar, pisotear, masacrar en razón de su causa. Hemos convertido el amor en una ideología sensiblera, en un sentimentalismo vago, para esconder o simular algo básico: la exigencia de la justicia.

1. El mensaje central del cristianismo: la novedad sobre Dios y el hombre

El compromiso del cristiano no puede entenderse sino desde el mensaje y la praxis misma de Jesús. Y en virtud de esta referencia básica es que siempre debemos preguntarnos acerca de a autenticidad de nuestros compromisos hoy. Referir mi compromiso a la diplomacia, a las conveniencias sociales, a los dictámenes del poder y no a las enseñanzas de Jesús es muy común entre los católicos que buscan siempre, de algún modo, servir a dos señores. El fundamento del compromiso cristiano se deriva del núcleo central del mensaje de Jesús y la novedad que él revela de Dios en relación con el hombre. “El reino de Dios es el mensaje central de Jesús, con igual énfasis en su llegada y en su proximidad. En otras palabras, la ‘expectación del fin’ es aquí expectación del inminente reino de Dios; Y esto significa para Jesús que están cerca la absoluta voluntad salvífica de Dios, su compasiva misericordia y su generosa bondad y, por tanto, la oposición a todas las formas del mal: sufrimiento y pecado” (SCHILLEBEECKX, E., Jesús, la historia de un viviente).

En el siglo XX, en el contexto de las luchas políticas, la expresión Reino nos suena a reyes, medioevo, castas, dinastías, poderío y despotismo. Pero la expresión bíblica Reino o soberanía de Dios se refiere a la acción salvífica de Dios tanto en el presente como en el futuro. No en el sentido de que Dios sea útil para la salvación de los hombres, puesto que para Jesús la causa del hombre, lo humano, es la búsqueda de Dios, por amor a Dios. Esta soberanía expresa, pues, la relación de Dios con el hombre, la unidad de una dialéctica de amistad en la que él no deja de ser el interlocutor soberano. “Jesús habla de Dios como salvación para el hombre. Su Dios es un Dios que se preocupa por los hombres. De ahí que la soberanía de Dios, vivida y predicada por Jesús, se refiera a Dios en su relación con el hombre y, a la vez, al hombre en su relación con Dios. Es una realidad que se vive, a la vez teológica y antropológica. Una realidad, porque la soberanía de Dios es para Jesús no sólo un concepto o una teoría, sino ante todo una vivencia. Lo que configura su vida es la expectación del Reino de Dios y la sumisión a la soberanía divina. Jesús está dominado, cautivado por la soberanía de Dios, de forma que toda su vida es, por un lado, ‘celebración’ de esa soberanía. Y, por otro, un preludio del Reino de Dios en la acción. Por eso vivió y por eso murió: por la causa de Dios en cuanto causa del hombre” (Idem).

Jesús es por tanto el ser absolutamente para Dios y el ser para los demás al mismo tiempo. Pero en esta doble fidelidad y empeño Dios es fiel a la promesa de salvación y el hombre —pese a todas sus fallas y fracasos —tiene certeza de un futuro con sentido: tal es el núcleo del mensaje de Jesús sobre el Reino, sobre la soberanía de Dios que se acerca. Pero esta soberanía es, a su vez, un juicio, una instancia crítica para la historia. El reino de Dios implica que la realidad divina constituye una instancia crítica frente a los hombres, la cultura y la sociedad, el Reino que llega en Jesús es por eso una buena nueva que pone en crisis todo lo establecido.

En su vida y su mensaje Jesús anuncia el Reino como la manifestación universal del amor de Dios a todos los hombres sin distingos ni elitismos: la solicitud del hombre por sus semejantes es la forma visible, concreta, en que se manifiesta la venida y la presencia del Reino de Dios. “El mensaje de Jesús sobre la soberanía y el reine de Dios es, por tanto, en su plenitud, el amor universal de Dios a los hombres manifestado en su vida práctica, el cual constituye para nosotros una invitación a creer y esperar en esa salvación y en ese reino de paz y a manifestar confiadamente la venida de todo esto con una vida coherente: la praxis del reino”. (Idem).

La praxis del cristiano, en efecto, no es más que el anuncio del comportamiento, de la pasión, de la muerte de Jesús, de ese hombre enteramente para Dios y al servicio total de los demás. Es, desde esta perspectiva, que seguir a Jesús es asumir su actitud básica frente a los demás: El ser para los demás, corroborando en la tesis central de su mensaje, la radicalidad del amor que llega a dar la vida por la salvación radical de los hombres.

Es que sólo podemos sentirnos comprometidos vitalmente cuando hemos tomado en serio que el núcleo central del evangelio, su criterio de verdad, el compendio de la ley antigua y de los profetas, se condensa en el imperativo radical del amor. Pero no de un amor desfigurado por las tantas ideologías en que hemos tergiversado e inventado acerca del “amor cristiano” de “la caridad”.
Ese amor cristiano entendido como sentimentalismo piadoso, como actitud de debilidad y misericordia, que tanto criticara el filósofo Nieztche, es sólo una caricatura del auténtico amor evangélico.

Ese amor cristiano entendido sólo como beneficencia que oculta las relaciones de injusticia y el conformismo de una pobreza sacralizada en nombre de la religión que tanto criticara Marx, es una de las grandes falsificaciones del amor como lo predicaron los profetas y el mismo Jesús.

Ese amor universalista que se utiliza para ocultar las divisiones reales, las diferencias de clase, y que permite vivir tan cómoda y tranquilamente a ricos y pobres, es la mayor contradicción contra el espíritu profético, la práctica originaria del cristianismo, la tradición de los padres de la Iglesia y la condena radical de las riquezas mal habidas como producto de la explotación de los pobres. ¿Qué entiende y cómo predica Jesús y los apóstoles en general sobre la centralidad, la radicalidad del amor a los demás?

*Jesús supone de base el amor a Dios. “El le contestó: ‘amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente’. Este es el mandamiento principal y el primero (Mt 22—37) pero en el mismo plano y en una relación indisoluble se sitúa el amor a los demás: “pero hay un segundo no menos importante: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo’. De estos dos mandamientos penden la ley entera y los profetas” (Mt 22—39—40).

*En el contexto pro gramático del sermón de la montan a Jesús explicita actitudes fundamentales del amor al prójimo que implican una inversión radical de valores frente a los demás y que constituyen, sin embargo, la piedra de toque, el distintivo de quien quiere realmente seguir a Jesús. En cierto modo se dan las señales de la actitud específica y diferenciante con cualquier otra ideología o doctrina moral o filosófica sobre el prójimo: “Les han enseñado que se mandó a los antiguos: ‘no matarás’, y si uno mata será condenado por el tribunal. Pues yo les digo: todo el que trate con coraje a su hermano será condenado por el tribunal; el que lo insulte será condenado por el Consejo; el que lo llame renegado será condenado al fuego del quemador. En consecuencia, si yendo a presentar tu ofrenda al altar, te acuerdas allí de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, ante el altar, y ve primero a reconciliarte con tu hermano; vuelve entonces y presenta tu ofrenda ... Les han enseñado que se mandó: ‘no cometerás adulterio’. Pues yo es digo: todo el que mira a una mujer casada excitando su deseo por ella, ya ha cometido adulterio con ella en su interior... Les han enseñado que se mandó: ‘ojo por ojo, diente por diente’. Pues yo les digo: no hagan frente a los que los ofendan. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, vuélvele también la otra... Les han enseñado que se mandó: ‘Amarás a tu prójimo... y odiarás a tu enemigo’. Pues ya les digo: amen a sus enemigos y recen por lo que los persiguen... Nadie puede estar al servicio de dos amos porque aborrecerá a uno y querrá al otro, o bien se apegará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y al dinero... no juzguen y no les juzgarán; porque los van a juzgar como juzguen ustedes, y la medida que ustedes usen la usarán con ustedes...

En resumen: todo lo que querrían que hicieran los demás por ustedes, háganlo ustedes por ellos, porque eso significan la Ley y los profetas”. (Extractos principales del agrupamiento doctrinal que hace Mateo en el llamado Sermón de la Montaña).

En fin, todos aquellos imperativos que no cumplen los cristianos creyendo conseguir la vida eterna con otros medios más cómodos y seguros (misas, novenas, rogativas…). Y tan en serio lo decía Jesús que colocó en el amor al prójimo el criterio único y suficiente de la salvación. De nada servirán para este objetivo los títulos, los antecedentes familiares, la riqueza, el poder, la ciencia humana y la filosofía, las palancas, las buenas intenciones. Definitivamente Jesús era un auténtico renovador, un subvertidor de los valores de tal manera que si tomamos literalmente el programa del sermón de la montaña, este ideario no es hoy, en el siglo XX, más que una utopía si miramos la realidad de la situación del mundo, de la situación de los pobres, la secuela de guerras… en fin todas aquellas cosas que cuestiona Jesús cuando pide inclusive amar a los enemigos.

La posibilidad de la salvación en el pensamiento de Jesús es, por tanto, universal: viviendo siempre con otros y frente a otros son nuestras actitudes las que deciden nuestra posición fundamental. A los otros siempre los tenemos con nosotros y constituyen, por tanto, la referencia permanente de nuestro ser cristiano, en este sentido ser discípulo de Jesús es asunto de una postura vital frente a los demás en situaciones constantes y concretas,- pero cuán duro, lo sabemos por experiencia, es tener como criterio de autenticidad cristiana a los demás y siempre. Supongo que por este motivo decía Freud que estos imperativos de Jesús van en contra de nuestra naturaleza humana, también inclinada al mal y a la destrucción de los demás.

*La centralidad y la radicalidad del amor es puesta por el evangelista Juan en términos todavía más desconcertantes: Dios es definido como Amor y sólo quien ama tiene acceso a su conocimiento. “Amigos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios, el que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. En esto se hizo visible entre nosotros el amor de Dios: en que envió al mundo a su hijo único para que nos diera vida. Por esto existe el amor: no porque amáramos nosotros a Dios, sino porque él nos amó a nosotros y envió a su Hijo para que expiara nuestros pecados” (1 Jn 4—7).

* Es el apóstol Santiago quien más explicita y concretiza las exigencias del amor cristiano. Exigencias tan claras, tan diáfanas que uno leyendo sin prevenciones su carta supone que ni Marx, ni Engels y menos Lenin alguna vez leyeron la Biblia. Pues a nivel ético ya desde los profetas, desde la auténtica fe en Jesús, de su práctica y doctrina, se condena vehementemente la explotación y la expoliación del pobre. La igualdad radical de los hombres, la censura y condena de las desigualdades sociales, la exclusión de la explotación son todas exigencias originales y radicales del mensaje cristiano. “Religión pura y sin mancha a los ojos de Dios es ésta: mirar por los huérfanos y las viudas en sus apuros y no dejarse contaminar por el mundo... Supongamos que en su reunión entra un personaje con anillos de oro y traje nuevo y entra también un pobretón con traje mugriento. Si atienden al del traje nuevo y le dicen: ‘Tú siéntate aquí cómodo’, y dicen al pobretón: ‘Tú quédate de pie o siéntate aquí en el suelo junto a mi asiento’ ¿no han hecho discriminaciones entre ustedes? ¿y no se convierten en jueces de pésimos criterios?… hermanos míos ¿de qué le sirve a uno tener fe si no tiene obras? ¿es que esa fe podrá salvarlo? … Vamos ahora con los ricos: lloren a gritos por las desgracias que se les vienen encima. Su riqueza se ha podrido, sus trajes se han apolillado, su oro y su plata se han oxidado, su roña será testigo en contra de ustedes y se comerá sus carnes como fuego; atesoraron… para los últimos días. Miren, el jornal de los braceros que segaron sus campos, defraudado por ustedes, está clamando, y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos.

Con lujo vivieron en la tierra y se dieron la gran vida, cebando sus apetitos... para el día de la matanza. Condenaron y asesinaron al inocente: ¿No se les va a enfrentar Dios?”. (Extractos de la Carta del Apóstol Santiago).

*Puede pedirse una concreción más detallada del amor cristiano? Nada más material, más histórico, más concreto que e! amor que exige Jesús. Exigencia absoluta de respeto y servicio a los otros, exclusión de la desigualdad y la explotación dicha en términos éticos hace ya más de veinte siglos. Y entonces, ¿qué ha sucedido a los cristianos que en tanto tiempo no han transformado debidamente las situaciones de injusticia y explotación? Aun más, ¿cómo es posible que una doctrina de igualdad social como el marxismo suponga y afirme radicalmente la relación entre el cristianismo y el sistema capitalista? ¿Cómo es posible que en nombre del auténtico amor, Marx rechace la versión cristiana del amor? ¿Cómo es posible que tantas injusticias en el mundo de hoy existan precisamente en la mayoría de los países católicos del Tercer Mundo? Sólo una gran desviación histórica, sólo una gran traición a la utopía de Jesús puede explicar que Occidente haya asimilado e! espíritu de Jesús a la medida de ‘la injusticia hecha sistema, estructura, historia. ¿Cómo ha sido posible utilizar, entonces, el evangelio para defender los privilegios, la riqueza, el orden social injusto? Acaso podemos extrañarnos ahora que muchas formas de ateísmo tengan sus razones políticas para rechazar radicalmente la fe y el mensaje de Jesús? Si el evangelio original fue la gran noticia para los pobres, ¿cuál ha sido la actitud de los cristianos frente al mundo de los pobres? ¿No será, acaso, que nos hemos inventado en tantos siglos otro evangelio, otro Cristo, otra buena nueva? ¿La de los satisfechos, la de los hartos, la de los privilegiados con el poder y la riqueza? De hecho, ¿no utilizamos más el evangelio para defender causas injustas, para desbloquear las exigencias de la inmensidad de los desheredados, para acabar de hundir a los condenados de la tierra? Tan fácil que es creer ser cristiano cuando lo tenemos todo y el evangelio además nos garantiza otra vida —y eterna— y ésta tranquila y con sobreabundancia. Tan natural que es ver hoy cristianos ricos y cristianos pobres, tan natural que parece ser capitalista y ser buen cristiano de donaciones. Tan cómodo que es ser hoy cristiano fascista en política y rezandero de por vida. Tan natural que es defender los derechos de Dios pisoteando los derechos de los pobres. Tan lógico que es utilizar a Dios como garantía del orden social y de la represión. Tan sublime parece hoy la tarea colosal de una nueva cruzada que elimine a todos los ateos y comunistas. Tan ardorosamente defendemos hoy el engendro de la mal llamada civilización occidental cristiana. Y todavía tenemos el cinismo de preguntar por qué algunos critican la religión y la vida de los llamados cristianos.

Nadie puede leer el Sermón de la Montaña y no sentir vergüenza cuando revisa sus actitudes con el prójimo, cuando contempla el espectáculo macabro del hambre y la injusticia mundiales, cuando ha tomado y vivido el cristianismo como un seguro de vida eterno que en nada le cuestiona sus intereses, su estilo de vida, sus valores, sus opciones, su vida entera. Hoy más que nunca, en un mundo de tanta pobreza y violencia contra los otros, sigue siendo válida la utopía de Jesús, su mensaje radical de amor al prójimo con sus exigencias concretas pero, igualmente, nunca antes se habla percibido en la historia la contradicción inmensa de quienes diciéndose cristianos conviven en medio de tantas desigualdades sociales e injusticia. Tuvo que surgir, siglos más tarde, el manifiesto comunista para que los cristianos redescubrieran el mundo de los pobres, de los desheredados modernos, de los proletarios actuales y volver a ver en ellos la fuente originaria de la auténtica revelación de Dios: “eno fue Dios quien escogió a los que son pobres para que fueran ricos de fe y herederos del Reino que él prometió a tos que lo aman?, ustedes en cambio han afrentado al pobre”. (Santiago 2—5).

*El gran error y el gran malentendido histórico de los cristianos ha sido confundir el amor de Jesús en su forma material, concreta, con la simple actitud de benevolencia, con la caridad en sentido de compasión y beneficencia olvidando la exigencia radical de justicia e igualdad tal como, de hecho, la vivieron las primeras comunidades cristianas cuando repartían los bienes y vivían solidariamente. Esto no quiere decir que la actitud inmediata de servicio no pueda adquirir esas formas (formas admirables inclusive de heroísmo como lo ve uno en hospitales, en leprocomios, en asilos) pero ninguna de ellas puede sustituir el imperativo fundamental de justicia que se remonta, en la Biblia, a las experiencias primeras del pueblo de Israel, y que constituye el meollo central de los profetas, del mensaje global de la Biblia.

—La exigencia de la justicia, por otra parte, se remonta en la Biblia al núcleo mismo de la experiencia religiosa de Israel a la salida de Egipto realizada en la ruptura de un sistema de dominación. Tradición que va a ser recordada, de múltiples formas, por los profetas de una manera vehemente y reiterada. Cuando Jesús hace alusiones a este tema, ya presupone en sus oyentes tal predicación. La condena de las riquezas —y no del rico— en boca de Jesús y en algunas cartas apostólicas no tiene un sentido moralista sino la idea de un producto que ha sido obtenido, casi siempre, por la expoliación de los pobres o la fuerza de los poderosos.

—En los padres de la Iglesia se vuelve a enfatizar tal exigencia y recordando las claras enseñanzas del apóstol Santiago se coloca como problema a la comunidad cristiana la coexistencia de tantas desigualdades sociales entre los mismos cristianos. Era al menos claro para los primeros cristianos, que la exigencia de fraternidad también de algún modo debía traducirse a nivel material. En tal sentido debe entenderse la práctica mayoritaria de la repartición y consumo común de los bienes, así como las primeras colectas o limosnas que hacían las primeras comunidades en l Asia Menor.

—El tema de la justicia y el problema particular de la relación y existencia de ricos y pobres, es una dificultad que ya puede notarse desde el A. T. Cierto que la Biblia lo enfoca no en términos de las ciencias sociales actuales y sus categorías, aunque los términos indiquen claramente una situación concreta de carácter socioeconómico tal como puede verse en las denuncias de los profetas. La salvación ofrecida por Cristo es universal, cobija a todos los hombres pero no a todos de igual manera: a los pobres con preferenciales es anunciada la buena nueva y a los ricos se les alerta sobre las inmensas dificultades de su salvación. En los primeros siglos del cristianismo tal problema fue enfocado desde el punto de vista de la fraternidad, y ello fue lo que motivó una serie de opciones y acciones encaminadas a realizar tal exigencia. Sobre dicho horizonte debe ser resuelto hoy el problema de la justicia social, sólo que hoy disponemos de análisis sociales sobre dicho problema y en este sentido se deben unir ambas perspectivas en una solución que no dejará de ser conflictiva y antagónica.

En nombre del evangelio, en nombre de Jesús no se puede sacralizar la pobreza ni la justicia. “Si la Iglesia —entiendo siempre la comunidad de los creyentes— no puede imponer un sistema en nombre de Jesucristo, esto no quiere decir que la fe sea neutra políticamente. No todos los sistemas políticos, en efecto, son compatibles con el espíritu del evangelio ni con la dignidad del hombre. Es decir, si la Iglesia quiere ser fiel a sí misma, no puede callar ante ciertas situaciones con el pretexto de su neutralidad política. Cerrar los ojos o callar ante un sistema manifiestamente injusto, sería hacerse cómplice de la injusticia y de la perversión de los valores evangélicos. Esto tiene aplicación especial en los casos en que la situación de injusticia o de opresión se pretende imponer o mantener en nombre del cristianismo”. (CUESNONGLE. Vicente, La justicia en el mundo actual, USTA, Bogotá, 1980).
[1] Tomado de: RODRIGUEZ E., El compromiso cristiano hoy en América Latina. Cuadernos de formación cristiana #4, Usta, Bogotá 2000.

jueves, 22 de noviembre de 2007

NOVENA DE NAVIDAD



EL SENTIDO DE LA NAVIDAD



El primero en darle importancia a la fiesta de la Navidad fue San Francisco de Asís, quien en el año 1223 en Grecchi, Italia, hizo el primer “pesebre” del que se tiene noticia histórica. Su intención fue subrayar “la humildad de la encarnación y verle a Jesús recostado entre el buey y el asno”. En una época en que la teología se había hecho ya dominio exclusivo de expertos, Francisco buscó un medio de volverla a colocar al alcance de los más sencillos y humildes. Nunca pudo sospechar San Francisco, tan amante de la pobreza, la super comercialización que su intento iba a originar con el paso de los siglos.


La Navidad no es simplemente una fiesta para niños. La Navidad es una fiesta, la fiesta de la encarnación: Dios se ha hecho uno de los nuestros, Dios ha asumido la condición humana con todas sus consecuencias, excepto el pecado.


Ese niño que nace es el Salvador y no es a niños a quienes los ángeles dicen: les traemos una gran noticia, que en la ciudad de Belén les ha nacido a ustedes un Salvador (Cf. Lucas 2:10-11). Convertir la Navidad exclusivamente en una fiesta para niños, en una fiesta que sólo afecta a los niños, es quitarle profundidad y fuerza a una celebración que nació con un sentido muy distinto: hacer consciente que aquello que se dio en Jesús de Nazareth, es el referente de lo que debe darse en cada uno de nosotros, es decir, que la divinidad se encarne en nuestra humanidad, para que vivamos como hijas e hijos suyos.


Convertir la Navidad en una fiesta puramente infantil es volver a convertir al cristianismo en algo fundamentalmente sentimental, en una religión trivial que no está ligada al compromiso de todos los hombres y todas las mujeres en favor de un orden social más justo, signo de la presencia de Dios.


La Navidad es una fiesta para todos, porque la redención es para todos. A los pobres, por ejemplo, la justicia debe llegarles no sólo en Navidad, sino todo el año. Ojalá cada uno de los casi cuarenta millones de Colombianos podamos escuchar, una vez más, que nos ha nacido un salvador, que hay salvación y liberación para todos aquellos que quieran acoger de corazón la presencia de Dios en sus vidas.


Para realizar la novena


0. Animador: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Todos: Amén


1- Villancico


2- Oración para todos los días


3- Oración de la familia


4- Oración de la santísima Virgen


5- Oración a San José


6- Lectura del día correspondiente


7- Oración al niño Jesús


8- Gozos


9- Villancico


Oración para todos los días


Benignísimo Dios de infinita caridad que nos has amado tanto y que nos diste en tu hijo la mejor prenda de tu amor, para que, encarnado y hecho nuestro hermano en las entrañas de la virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; te damos gracias por tan inmenso beneficio. En retorno te ofrecemos, Señor, el esfuerzo sincero para hacer de este mundo tuyo y nuestro , un mundo mas justo, mas fiel al gran mandamiento de amarnos como hermanos. Concédenos, señor, tu ayuda para poderlo realizar. Te pedimos que esta navidad, fiesta de paz y alegría, sea para nuestra comunidad un estimulo a fin de que, viviendo como hermanos, busquemos mas y mas los caminos de la verdad, la justicia, el amor y la paz. Amén. (Padre nuestro)

Oración de la Familia



Señor haz de nuestro hogar un sitio de tu amor. Que no haya injuria porque tu nos das comprensión. Que no haya amargura porque tu nos bendices. Que no hay egoísmo porque tu nos alientas. Que no haya rencor porque tu nos das el perdón. Que no haya abandono porque tu estas con nosotros. Que sepamos marchar hacia ti en tu diario vivir. Que cada mañana amanezca un día mas de entrega y sacrificio. Que cada noche nos encuentre con mas amor. Haz señor con nuestras vidas, que quisiste unir, una página llena de ti. Haz señor de nuestros hijos lo que tu anhelas, ayúdanos a educarlos, orientarlos por tu camino. Que nos esforcemos en el apoyo mutuo. Que hagamos del amor un motivo para amarte mas. Que cuando amanezca el gran día de ir a tu encuentro nos concedas el hallarnos unidos para siempre en ti. Amen.


Oración a la Virgen María


Soberana María, te pedimos por todas las familias de nuestro país; haz que cada hogar de nuestra patria y del mundo sea fuente de comprensión, de ternura, de verdadera vida familiar. Que estas fiestas de navidad, que nos reúne alrededor del pesebre donde nació tu hijo, nos unan también en el amor, nos hagan olvidar las ofensas y nos den sencillez para reconocer los errores que hayamos cometido. Madre de dios y madre nuestra, intercede por nosotros. Amen.



Oración a San José



Santísimo José esposo de María y padre adoptivo del señor, tu fuiste escogido para hacer las veces de padre en el hogar de Nazaret. Ayuda a los padres de familia; que ellos sean siempre en su hogar imagen del padre celestial, a ejemplo tuyo; que cumplan cabalmente la gran responsabilidad de educar y formar a sus hijos, entregándoles, con un esfuerzo continuo, lo mejor de si mismos. Ayuda a los hijos a entender y apreciar el abnegado esfuerzo de sus padres . San José modelo de esposos y padres intercede por nosotros. Amen. (Padre nuestro).




Día primero



"Trabajar por la justicia social, un compromiso de todos"


Comenzamos hoy la novena de preparación a la gran solemnidad del nacimiento de nuestro Salvador, Jesús, el Señor. Queremos hacerlo con la mejor disposición y, más que pedir favores para nosotros, deseamos crecer en la amistad con Jesús y hacernos cada vez más dignos del misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, por el cual Dios se ha hecho tan cercano y solidario con nosotros. Por esta razón, además de contemplar cada día el pesebre, vamos a realizar una reflexión sobre los valores.


“... DENLES USTEDES DE COMER”


Anthony de Mello, cuenta en su libro, El Canto del Pájaro, la historia de un hombre que paseando por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas; el hombre se preguntaba cómo podría sobrevivir el pobre zorro mutilado. Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en su boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro. Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre. De modo que el hombre quedó maravillado de la inmensa bondad de Dios y se dijo: «Voy a quedarme en un rincón, confiando plenamente en el Señor, y éste me dará cuanto necesito». Así lo hizo durante varios días; pero no sucedía nada y el pobre hombre estaba casi a las puertas de la muerte cuando oyó una Voz que le decía: «¡Oh tú, que te hallas en la senda del error, abre tus ojos a la Verdad! Sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado».


Es frecuente que, cuando nos encontramos con situaciones dolorosas, reaccionemos ante Dios pidiéndole que haga algo por nosotros, que nos ayude a solucionar nuestros problemas. Y, ciertamente, Dios hace algo, pero nos invita a colaborar con él en su obra. Cuánta gente, cuando constata las miserias y sufrimientos de nuestros pueblos, no le reclama de Dios una respuesta frente a tanto dolor. La pregunta que muchas veces asoma a nuestros labios es: “¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada?” La respuesta que nos da Dios es: “Ciertamente que he hecho algo. Te he hecho a ti”.


No podemos seguir imitando al zorro mutilado. Tenemos que asumir más bien la actitud del tigre, que alimenta todos los días al que no puede buscar su alimento. Sólo así seremos discípulos de Aquel que no evadía el hambre de su pueblo, sino que partía y repartía con ellos todo lo que tenía, JESÚS. Que este espacio de interiorización de la Navidad nos permita entender de una buena vez, que estamos llamados a ser presencia de Dios para quienes están a nuestro lado. Por esta razón, evitemos omitir la bondad que se activa en nosotros siempre que estamos frente a alguien que nos necesita. Esta es ya una manera sincera de permitir que Jesús nazca en cada un@ de nosotr@s.


Compromiso personal y comunitario


Esta noche tendré un diálogo intenso con Jesús para presentarle mis buenos propósitos de amarlo y de acogerlo como mi mejor amigo, mi Dios y Salvador, buscando la amistad de las personas que a Él más le preocupan, es decir, los más pobres, mujeres y hombres que están solos, marginados, que tienen dificultades. De la misma manera, si no lo he hecho, desde hoy voy a disponer un espacio diario para hacer oración..


DÍA SEGUNDO


“La paz brota de la justicia y del equilibrio social”


La novena de Navidad de este año nos remite a la necesidad urgente de hacer un compromiso responsable y sincero por la paz de nuestro país. La paz es un signo elocuente de que estamos dejando actuar a Dios en nuestras vidas, por este motivo, procuremos ser instrumentos de paz en cada uno de los lugares donde nos encontremos, evitando todo tipo de discordia y fomentando la practica del amor fraterno.



LAS DOS VASIJAS


Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón; pero cuando llegaba, la vasija rota sólo tenía la mitad del agua. Durante dos años completos esto fue así diariamente; desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable, porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.


Después de dos años, la tinaja quebrada le habla al aguador diciéndole:
-Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir.
El aguador, apesadumbrado, le dijo compasivamente:
-Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino.
Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de ella la mitad del agua que debía llevar.
El aguador le dijo entonces:
-¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y durante dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.
Una de las mejores maneras de disponernos a la Navidad es aceptarnos a nosotros mismos y procurar degustar todos los detalles positivos que la vida nos ofrece a diario.


Compromiso personal y comunitario


Desde hoy haré el más honesto esfuerzo por considerar como iguales a mí a todos los que me rodean. Por amor a Jesús que se hizo hombre, semejante a nosotros menos en el pecado, buscaré tratar a todos con dignidad, respetando su estado de vida o la condición en que se encuentren.




DÍA TERCERO


“Nada nos asemeja tanto a Dios como nuestra capacidad de amar”


Alrededor del pesebre (como familia, como comunidad) experimentamos una alegría especial. Sentir la presencia de Dios presente en nuestras vidas nos llena de esperanza y hace que todos queramos compartir con las personas que nos rodean. No estamos solos en este mundo dando palos de ciego, Dios se ha hecho uno de los nuestros para hacer posible nuestra plena construcción humana.



LA ISLA DE LOS SENTIMIENTOS


Érase una vez una isla donde habitaban todos los sentimientos: la alegría, la tristeza y muchos más, incluyendo el amor.


Un día fue avisado a sus moradores que la isla se iba a hundir, por lo que todos los sentimientos se apresuraron a abandonarla. Abordaron sus barcos y se prepararon a partir apresuradamente.


Sólo el AMOR permaneció en ella; quería estar un rato más en la isla que tanto amaba, y acompañarla antes de que desapareciera. Al fin, con el agua al cuello y casi ahogado, el AMOR comenzó a pedir ayuda.


Se acercó la RIQUEZA que pasaba en un lujoso yate y el AMOR dijo: "¡RIQUEZA llévame contigo! La RIQUEZA contestó: "no puedo, hay mucho oro y plata en mí barco, no tengo espacio para ti".


Le pidió ayuda a la VANIDAD, que también venía pasando: "VANIDAD, por favor ayúdame". Le respondió: "imposible AMOR, estás mojado y arruinarías mi barco nuevo".


Pasó la SOBERBIA, que al pedido de ayuda contestó: "¡Quítate de Mi camino o te paso por encima!


"Como pudo, el AMOR se acercó al yate de¡ ORGULLO y, una vez más, solicitó ayuda. La respuesta fue una mirada despectiva y una ola casi lo asfixia.


Entonces, el AMOR pidió ayuda a la TRISTEZA: "¿me dejas ir contigo?". La TRISTEZA le dijo: "Ay AMOR, tú sabes que siempre ando sola y prefiero seguir así".


Pasó la ALEGRÍA y estaba tan contenta que ni siquiera oyó al AMOR llamarla. Desesperado, el AMOR comenzó a suspirar, con lágrimas en sus ojos.


Fue entonces cuando una voz le dijo: "Ven, AMOR yo te llevo". Era un anciano el que le decía eso. El AMOR estaba tan feliz que se olvidó de preguntarle su nombre. Fue llevado a la tierra de la SABIDURÍA y, una vez allí, el AMOR preguntó a ésta: "¿Quién era el anciano que me trajo y salvó mi vida?". La SABIDURÍA respondió: "era el TIEMPO".


"¿El tiempo? Pero ¿por qué el tiempo me quiso ayudar?", dijo el AMOR.
La SABIDURÍA le respondió: "Porque sólo el TIEMPO es capaz de ayudar y entender a un gran amor”.


No importa cuánto TIEMPO esperemos, si existe el AMOR, el TIEMPO nos ayudará a esperar aquello que más deseamos. Todo llega a su tiempo, no cuando queremos, sino cuando verdaderamente lo necesitamos. Precisamente, en esta navidad necesitamos más que nunca del amor, para que Jesús encuentre en nosotros un lugar digno para nacer.


Compromiso personal y comunitario


No dejaré terminar esta jornada sin expresarle a mi familia y demás seres queridos, lo mucho que los amo y todo el bien que a diario recibo de ellos.




DÍA CUARTO


"No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón"


De nuevo estamos reunidos en la presencia de la familia de Nazaret y nuestro corazón se regocija ante la proximidad de la Navidad. También hoy queremos ofrecer al Señor el homenaje que sólo Él merece y progresar en la gracia del Adviento que nos quiere preparar de la mejor manera a la celebración de la Navidad y a la espera de "los cielos nuevos y la tierra nueva" de los cuales habla la Escritura para quienes, dóciles a la Palabra de Dios, buscan hacerla vida en las actividades de cada día.

EL VALOR DE LA RISA


Tenemos que recuperar de nuestras vivencias sociales el gusto por la risa, referida a la cortesía, a la buena compostura, a las nobles relaciones humanas. La risa es la hija predilecta de la alegría y está muy lejos de la mofa, del desprecio o del rechazo.


La risa humaniza, hace más hombre al hombre y más mujer a la mujer. El ser risueño es más humano, menos fanático, menos autoritario y mucho más tolerante. La risa, como expresión sacramental del buen humor, forma parte de la sabiduría y llena de sentido los quehaceres humanos.


Alguien ha advertido con notable habilidad: “Dios ríe, dice la Escritura. Y con ello afirma que incluso la más pequeña sonrisa, pura y delicada, que brota de no importa donde, desde un corazón recto, ante cualquier tontería de este mundo, refleja una imagen y un rayo de Dios” (Karl Rahner). No es cierto, por supuesto, que Dios sea triste ni que mire con talante complacido a los representantes de la tristeza.


Por supuesto que la risa debe ser expresión de un estado de placidez interior, y no un simple gesto del rostro humano. El mal humor suele ser la evidencia de un amor propio incontrolado, de las pequeñas contrariedades de cada día que no hemos sabido asumir, de un corazón sensible que todo lo toma a mal, que no sabe dominarse o que carece de convicciones profundas.


He leído recientemente, en una circular que ha caído en mis manos, algunas razones para dejar el mal humor. Las reproduzco por su interés:
· El mal humor perjudica la salud, tanto en el aspecto fisiológico como en el aspecto psicológico.
· Es malo para el estómago, dificulta la circulación sanguínea y acelera el ritmo del corazón.
· Arruga el espíritu y el rostro.
· Envejece el alma.
· Nos curva hacia la vejez prematura y nos satura de pesimismo desolador.
· Nos arranca la alegría del vivir y del convivir.
· Ahuyenta la paz y fastidia a quienes están a nuestro lado.
· Predispone a las riñas y peleas.
· Hace que afloren los tallos de la injusticia. Los exabruptos del mal humor tienen que sufrirlos y pagarlos siempre los más débiles.
· Destroza la confianza en uno mismo y en los demás.
· Perturba la paz hogareña y crispa la convivencia social.
· Puede ser la causa de violentas discusiones y graves accidentes al conducir un vehículo por la ciudad.
· Hace perder el gusto por la vida.
· Nos intoxica por dentro y por fuera.


Compromiso personal y comunitario


Procuremos vivir siempre con una actitud alegre, que refleje que en nosotros está presente Dios.


QUINTO DÍA


“El mejor lenguaje para hablar de Dios es nuestra propia vida”


La tradición del pesebre fue inaugurada por San Francisco de Asís y ha servido para que muchas generaciones de cristianos contemplemos el misterio de la Encarnación y del Nacimiento de Jesús, el Señor. Sigamos disponiendo nuestra vida, para que Jesús en esta navidad nazca en nuestro corazón.


VIVIR CON COHERENCIA


Suena el timbre de la puerta y sale el niño a ver quién es. Pregunta un señor por su mamá. Viene ofreciendo repuestos para ollas a presión. Va el niño hasta la cocina, donde la mamá está atareada por las labores domésticas y le dice: “Mamá, te busca un señor en la puerta”. La mamá, un poco desesperada porque llega la hora del almuerzo y todavía no está todo listo, le dice: “Ve y dile que no estoy; que venga después”. El niño, en su inocencia, regresa a la puerta y le dice al señor: “Manda decir mi mamá que no está; que por favor vuelva más tarde”. El señor, evidentemente, como los personajes de Condorito, se cae para atrás...



Esta escena, con variables muy diversas, se suele repetir en medio de nuestras familias con mucha frecuencia... Luego, cuando el niño le dice a la mamá que estaba haciendo tareas en la casa de un vecino, pero llega sudando y con los zapatos raspados de tanto jugar fútbol en el parque, recibe una fuerte reprimenda por mentiroso.


Hace unos días leía una frase de algún famoso pensador que decía: «El ejemplo no es la mejor manera de enseñar. Es la única». Lo que vemos hacer a las personas importantes en nuestra vida, es lo que aprendemos. Lo que nos dicen y enseñan, no acaba de consolidarse en nuestro interior si no está corroborado y respaldado por el testimonio de vida de aquellos que nos forman desde nuestra infancia.


Jesús le dice a la gente y a sus discípulos que obedezcan y hagan todo lo que los maestros de la ley y los fariseos les enseñan. Pero les advierte que no deben seguir su ejemplo, “porque ellos dicen una cosa y hacen otra”. Más coloquialmente, entre nosotros, esto se ha traducido con la famosa frase: “El cura predica, pero no aplica”, cosa que no sólo se acomoda a los curas, evidentemente... Cada uno tiene que preguntarse, con mucha sinceridad, por su coherencia personal entre lo que enseña en su casa, en su trabajo, en las relaciones con los demás, y lo que hace.


Cuando empezamos a asumir con coherencia nuestra vida, en ese momento es navidad, porque permitimos que Jesús nazca en nuestra vida y con nuestras acciones somos presencia de la Divinidad.


Compromiso personal y comunitario


Desde hoy haré el propósito de vivir con coherencia y crear relaciones nuevas con mis familiares, amigos y compañeros. En la oración le voy a pedir a Jesús su ayuda para poder lograrlo.

DÍA SEXTO


“Quien ama conoce a Dios, porque dios es amor”


Avanza la Novena de Navidad y los que la hacemos con amor queremos agradar sinceramente a Jesús, nuestro Señor, hermano y amigo entrañable. Por eso buscamos vivir con alegría y no desperdiciamos ninguna oportunidad que la vida nos presenta para hacer el bien a los demás.


LA NIÑA DE LAS MANZANAS


Un grupo de vendedores fueron a una Convención de Ventas. Todos le habían prometido a sus esposas que llegarían a tiempo para cenar el viernes por la noche. Sin embargo, la convención terminó un poco tarde, y llegaron retrasados al aeropuerto. Entraron todos con sus boletos y portafolios, corriendo por los pasillos.


De repente, y sin quererlo, uno de los vendedores tropezó con una mesa que tenía una Canasta de Manzanas. Las manzanas salieron volando por todas partes. Sin detenerse, ni voltear para atrás, los vendedores siguieron corriendo, y apenas alcanzaron a subirse al avión. Todos menos UNO.


Este se detuvo, respiró hondo, y experimentó un sentimiento de compasión por la dueña del puesto de manzanas. Le dijo a sus amigos que siguieran sin él y le pidió a uno de ellos que al llegar llamara a su esposa y le explicara que iba a llegar en un vuelo más tarde.


Luego se regresó al Terminal y se encontró con todas las Manzanas tiradas por el suelo. Su sorpresa fue enorme, al darse cuenta de que la dueña del puesto era una Niña Ciega. La encontró llorando, con enormes lágrimas corriendo por sus mejillas. Tanteaba el piso, tratando, en vano, de recoger las manzanas, mientras la multitud pasaba, vertiginosa, sin detenerse; sin importarle su desdicha.


El hombre se arrodilló con ella, juntó las manzanas, las metió a la canasta y le ayudó a montar el puesto nuevamente. Mientras lo hacía, se dio cuenta de que muchas se habían golpeado y estaban magulladas.


Las tomó y las puso en otra canasta. Cuando terminó, sacó su cartera y le dijo a la niña:
- “Toma, por favor, estos cien pesos por el daño que hicimos. ¿Estás bien?"
Ella, llorando, asintió con la cabeza. El continuó, diciéndole:
- "Espero no haber arruinado tu día".
Conforme el vendedor empezó a alejarse, la niña le gritó:
- "Señor..."
Él se detuvo y volteó a mirar esos ojos ciegos. Ella continuó:
- "¿Es usted Jesús...?”
Él se paró en seco y dio varias vueltas, antes de dirigirse a abordar otro vuelo, con esa pregunta quemándole y vibrando en su alma:
- "¿Es usted Jesús?"
Y a Tí, ¿la gente te confunde con Jesús? Porque ese es nuestro destino, ¿no es así? Parecernos tanto Jesús, que la gente no pueda distinguir la diferencia. Parecernos tanto a Jesús, conforme vivimos en un mundo que está ciego a su Amor, su Vida y su Gracia. Si decimos que conocemos a Jesús, deberíamos vivir y actuar como lo haría Él.

Compromiso personal y comunitario


Haré hoy un examen de conciencia en el que reflexionaré en qué me parezco a Jesús. De la misma manera ofreceré al Señor mi sincero propósito de hacerlo conocer y amar en los ambientes en que vivo y trabajo cada día.




DÍA SEPTIMO


"La navidad nos ayuda a reconocer que Dios está de nuestra parte”


Estamos llegando al final de la novena y es importante que revisemos la manera como estamos disponiendo nuestro corazón al nacimiento de Jesús en nuestra vida. La navidad sólo tendrá sentido si dejamos que el amor, el perdón, la solidaridad, el compartir, la fraternidad, la justicia y la verdad se encarnen en nosotros.


SEMBRAR PARA COSECHAR


Una mujer soñó que estaba en una tienda recién inaugurada y para su sorpresa, descubrió que Dios se encontraba tras el mostrador. - ¿Qué vendes aquí?, le preguntó. -Todo lo que tu corazón desee, respondió Dios. Sin atreverse a creer lo que estaba oyendo, se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear. -Deseo paz, amor, felicidad, sabiduría... Tras un instante de vacilación, añadió: -No sólo para mí, sino para todo el mundo... Dios se sonrió y le dijo: -Creo que no me has comprendido. -Aquí no vendemos frutos, únicamente vendemos semillas. -Para sembrar una planta hay necesidad de romper primero la capa endurecida de tierra y abrir los surcos; luego, desmenuzar y aflojar los trozos que aún permanecen apelmazados, para que la semilla pueda penetrar, regando abundantemente para conservar el suelo húmedo y entonces... -Esperar con paciencia hasta que germinen y crezcan! En la misma forma en que procedemos con la naturaleza hay que trabajar con el corazón humano, "roturando" la costra de la indiferencia que la rutina ha formado, removiendo los trozos de un egoísmo mal entendido, desmenuzándolos en pequeños trozos de gestos amables, palabras cálidas y generosas, hasta que con soltura, permitan acoger las semillas que diariamente podemos solicitar "gratis" en el almacén de Dios, porque EL mantiene su supermercado en promoción. Son semillas que hay que cuidar con dedicación y esmero y regarlas con sudor, lágrimas y a veces hasta con sangre, como regó Dios nuestra redención y como tantos han dado su vida y su sangre por otros, en un trabajo de fe y esperanza, de perseverante esfuerzo, mientras los frágiles retoños, se van transformando en plantas firmes capaces de dar los frutos anhelados...


Aprovechemos esta reflexión para seguir disponiendo nuestro interior para que Jesús nazca en nuestro corazón. Pidámosle a nuestro buen Dios para que nos ayude a disponer siempre la mente y el corazón, de manera que como tierra abonada, permitamos que las semillas, que son obra suya, puedan germinar y dar su fruto en nuestra vida.


Compromiso personal y comunitario


Dialogar por un momento en familia, en comunidad, sobre la manera como podemos ser tierra buena para las semillas de vida que Dios coloca en nuestro corazón.


DÍA OCTAVO


“No se anuncia a Jesucristo, si no se promueve la vida de las personas”


La Navidad nos debe llevar a profundizar más en el misterio de la infinita misericordia que Dios ha tenido con toda la humanidad de todos los tiempos. El nacimiento del Salvador es el signo más excelente de la cercanía de Dios a nosotros y de su compromiso definitivo y total con la humanidad.


FE Y COMPROMISO SOLIDARIO


Hablar de fe en nuestro medio, es como hablar de algo secundario y poco relevante, ya que la lógica presente en nuestra sociedad consumista, tiende a darle mayor importancia sólo a aquello que produce dividendos. Esta actitud materialista ha sido la causante de los grandes desequilibrios sociales y de la destrucción del hombre por el hombre.


Hoy más que nunca se hace necesario sacar la fe de la trastienda en la cual se ha mantenido y darle el lugar que le corresponde como fuente inagotable de sentido para la vida del ser humano. La fe cristiana significa acogerse al poder salvador del resucitado vivo en las personas, que al acontecer las transforma. Esta definición deja al descubierto el carácter vital, comprometido y transformador de la fe que necesitamos recuperar.


Particularmente en este espacio queremos hacer una breve reflexión estableciendo una relación entre fe y solidaridad. Ahora bien, aunque la palabra moderna solidaridad no aparece en los evangelios, éstos pueden considerarse, sin lugar a dudas, una constante invitación a su práctica, como expresión de amor universal, que no conoce límites ni fronteras.


El principio de solidaridad se formula claramente en Mt 7,12, texto denominado “regla de oro”, donde Jesús resume el Antiguo Testamento con esta frase: “Todo lo que querríais que hicieran los demás por vosotros, hacedlo vosotros por ellos, porque eso significan la Ley y los Profetas”. Jesús invita a ser solidario, o lo que es igual, a ponerse en el lugar del otro, como si fuera uno mismo, haciendo con él aquello que uno desearía que le hicieran.


En este sentido, vale la pena aclarar que, el ámbito del amor cristiano va más allá de la solidaridad e incluye toda relación positiva entre personas: la justicia, la generosidad, el respeto, la comprensión, la tolerancia, el perdón, la ayuda, el afecto y la entrega, que forjan la unidad entre los seres humanos. La solidaridad es, por tanto, una de las manifestaciones del amor que lleva al cristiano a fundirse o identificarse con el prójimo y hacer real el amor a Dios en el acto de darse a los demás.


Ahora bien, Jesús indica en el evangelio de Juan la medida del amor solidario: “Este es el mandamiento mío: que os améis unos a otros igual que yo os he amado”(Jn 15, 12). Con este mandamiento Jesús se propone a sí mismo como medida e invita a amar como él amó, hasta el punto de entregar el don más preciado: la vida. De aquí que podamos afirmar, que la medida del amor es amar sin medida.


Esta solidaridad hecha amor, tal como Jesús la practicó, es el pilar sobre el cual debemos construir la nueva sociedad, la sociedad alternativa que permita hacerle frente a la lógica egoísta del sistema económico, que excluye, margina y ve al ser humano como objeto de compra y venta. Así como se globalizó la economía, es urgente globalizar hoy la solidaridad, no como una consigna más, sino como una actitud de vida que haga real y evidente nuestra fe en el Dios revelado en JESÚS.


Compromiso personal y comunitario


En familia, recordar que la fe nos compromete a ser presencia de Dios para aquellos que están a nuestro lado.



DÍA NOVENO


“Dios se encarna donde hay un corazón dispuesto a amar”


Hoy se celebra y comienza la Navidad, un tiempo propicio para recordar las maravillas que Dios ha hecho y sigue haciendo en la historia. Dios en Jesús, se ha hecho uno de los nuestros y nos ha abierto el camino para participar de la vida nueva que nos quiere comunicar para que vivamos como seres humanos auténticos, hijas e hijos suyos. Recuerda que siempre que estés dispuesto a amar, a servir, a perdonar, a compartir, a ser solidario, siempre será navidad , porque tu vida será un signo de que Dios se ha encarnado en ti.


Para la proclamación del Evangelio de hoy todos nos uniremos en el siguiente estribillo:


BENDITO SEAS, DIOS PADRE, QUE NOS HAS DADO A TU HIJO COMO SALVADOR Y REDENTOR.


Del Evangelio según San Lucas (1,68-79)


Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David su siervo, tal como lo anunció por boca de sus santos profetas desde los tiempos antiguos.


BENDITO SEAS, DIOS PADRE, QUE...


Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian, para mostrar misericordia a nuestros padres, y para recordar su santa alianza y el juramento que hizo a nuestro padre Abraham.


BENDITO SEAS, DIOS PADRE, QUE...


Para concedernos que, libres de la mano de nuestros enemigos, le sirvamos con santidad y justicia en su presencia todos nuestros días.


BENDITO SEAS, DIOS PADRE, QUE...


Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos para dar a su pueblo el conocimiento de la salvación por el perdón de los pecados.


BENDITO SEAS, DIOS PADRE, QUE...


Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el Sol que nace de lo alto, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.


BENDITO SEAS, DIOS PADRE, QUE...


Palabra de Dios.


Celebrada ya, prácticamente, la fiesta de la Navidad, nos alegramos con este cántico de alabanza de Zacarías y, al hacer nuestras sus palabras, reconocemos el poder admirable de la venida del Salvador. Porque todos los enemigos que nos oprimían y la mano tenebrosa de todos los que nos odian, han sido ahuyentados y van de retirada como se retiran las tinieblas al amanecer, cuando comienza a resplandecer el Sol que nace de lo alto.


Queremos ser fieles y constantes en el seguimiento de Jesús y queremos acogerlo en nuestra vida personal y social. Los temibles enemigos de la injusticia y la violencia caerán cuando nosotros estemos verdaderamente centrados en Dios y seamos conscientes de nuestro compromiso cristiano en el mundo.


Reflexionemos sobre la manera como vamos a hacer que esta Navidad dé el fruto que debe dar en nuestra vida. Para que Jesús realmente reine en nuestra patria se requiere que establezcamos nuevas relaciones basadas en la justicia y en la solidaridad en la cordialidad sincera y en la disponibilidad a todo lo que construya la armonía entre todos. El Rey de la Paz quiere la reconciliación de todos y espera nuestra respuesta generosa para que aquello que anhelamos en nuestra querida Colombia se haga realidad.


Compromiso personal y comunitario


Haré todo lo posible para hacer de mi vida una continua navidad, es decir, para dejar que todos los valores profundos que Dios ha puesto en mi corazón los viva en la relación diaria que establezca con los demás, como signo de que en mí se ha encarnado el Hijo de Dios, Jesucristo el Señor.




ORACIÓN AL NIÑO DIOS


Señor, navidad es el recuerdo de tu nacimiento entre nosotros, es la presencia de tu amor en nuestra familia y en nuestra sociedad . navidad es certeza de que el dios del cielo y de la tierra es nuestro padre, que tu, divino niño, eres nuestro hermano. Que esta reunión junto a tu pesebre nos aumente la fe en tu bondad, nos comprometa a vivir verdaderamente como hermanos, nos de valor para matar el odio y sembrar la justicia y la paz. Oh divino Niño, enséñanos a comprender que donde hay amor y justicia, allí estas tu y allí también es navidad. Amén. (Gloria al Padre (3)).

Gozos



Dulce Jesús mío mi niño adorado. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
Oh sapiencia suma del dios soberano que a nivel de un niño te hayas rebajado. Oh divino infante ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios
Coro
Niño del pesebre nuestro dios y hermano, tu sabes y entiendes del dolor humano; que cuando suframos dolores y angustias siempre recordemos que nos has salvado.
Coro
Oh lumbre de oriente sol de eternos rayos que entre las tinieblas tu esplendor veamos, niño tan precios, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios.
Coro
Rey de las naciones Emmanuel preclaro de Israel anhelo pastor del rebaño. Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca ya el cordero manso.
Coro
Ábrase los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío, como riego santo. Ven hermoso niño ven dios humanado luce hermosa estrella, brota flor del campo.
Coro
Tu te hiciste niño en una familia llena de ternura y calor humano. Vivan los hogares aquí congregados el gran compromiso del amor cristiano.
Coro
Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado. Vida de mi vida, mi sueño adorado, mi constante amigo mi divino hermano.
Coro
Ven ante mis ojos de ti enamorados, bese ya tus plantas bese ya tus manos . prosternado en tierra te tiendo los brazos y aún mas que mis frases te dice mi llanto.
Coro
Haz de nuestra patria una gran familia; siembra en nuestro suelo tu amor y tu paz. Danos fe en la vida, danos esperanza y un sincero amor que nos una mas.
Coro
Ven salvador nuestro por quien suspiramos ven a nuestras almas ven no tardes tanto.

TEOLOGÍA JOÁNICA



Joachim Gnilka: LA TEOLOGÍA DE LOS ESCRITOS JOÁNICOS I

Entre los escritos joánicos hay que contar, además del cuarto evangelio, las tres cartas de Juan. A este grupo no pertenece el llamado Apocalipsis de Juan; aquellos escritos sólo tienen con él puntos de contacto muy lejanos, por ello se explicarán aparte en su momento. La relación del evangelio con las cartas es una cuestión muy discutida; la discusión toca de forma especial al problema del autor, o los distintos autores, y al orden en que se compusieron estos escritos. En términos generales se piensa que, tanto en el caso del evangelio como en el de las cartas, hubo varios autores. Por lo que respecta a la sucesión cronológica de los distintos escritos, la mayoría de autores se muestra más favorable a la prioridad del evangelio; con todo, esta opinión ha sido objeto de duras críticas en época reciente. Sin duda resulta exagerado leer 1, Jn como un comentario al evangelio o afirmar que 1, Jn sería totalmente ininteligible sin el evangelio. Lo que más llama la atención son los puntos de contacto del prólogo de la carta con el prólogo del evangelio. Es cierto que ni en el susodicho prólogo ni en el resto de la carta se hallan citas expresas del evangelio, lo cual hace difícil emitir un juicio al respecto. La perspectiva general de la carta es muy próxima a la segunda parte del evangelio, especialmente a los discursos de adiós, pues tanto aquí como en la carta se habla al círculo de los partidarios y de los discípulos. Los problemas citados toman otro cariz si se parte de que los escritos joánicos nacieron en una escuela. Esto no excluye la existencia de un autor individual, pero supone afirmar que las ideas y tradiciones asumidas en dichos escritos fueron repensadas y examinadas, e incluso pre-formuladas y expresadas antes en el seno de un grupo. El lenguaje y la misma teología de los escritos joánicos poseen una llamativa consistencia propia, que en último término sólo puede explicarse satisfactoriamente recurriendo a una "escuela joánica". Ello justifica que expongamos juntamente el evangelio y las cartas. En toda esta problemática se debe contar con que hubo una evolución. Así, por ejemplo -y nos conformamos con mencionar sólo este problema-, en el caso de 1 Jn hay que convenir claramente en que la escatología ha sido remitida al futuro. Pero también dentro del mismo evangelio ha habido evolución. El capítulo 21, por ejemplo, se debe considerar un capítulo adicional. Es posible que, al componer su carta, el autor de 1 Jn no conociera el citado capítulo con su visión eclesial universalista. Lo cual vuelve a mostrar lo complejo que resulta determinar la sucesión cronológica de cada uno de los escritos. Pero con ello entramos en la cuestión de los materiales preexistentes.

I. LOS MATERIALES PREEXISTENTES

1. El problema

Resulta muy difícil determinar los materiales preexistentes al evangelio de Juan recogidos en esta obra. En este punto concreto han comenzado a tambalearse recientemente postulados que hasta hace muy poco eran ampliamente aceptados. Bultmann, por ejemplo, consideraba que además de la historia de la Pasión había dos fuentes escritas: el contenido de la primera habrían sido los milagros joánicos (fuente de los signos), y el de la otra, los discursos de revelación. La fuente de los discursos ya se ha abandonado mayoritariamente; pero también se cuestiona cada vez con más fuerza la existencia de una fuente de los signos, cuyo contenido hubieran sido los siete signos joánicos y posiblemente otros materiales (como el relato sobre Juan el Bautista). Cuestionar la existencia de esta fuente parece plenamente justificado. Las historias son tan diferentes entre sí, que resulta difícil imaginar que todas ellas procedan de una fuente común única. Ninguno de los dos milagros realizados en Caná (el segundo tiene su paralelo en Mt 8, 5-13 y par.) va seguido de un discurso de revelación, cosa que sí ocurre en el caso de los otros signos. Es verdad que el milagro de la multiplicación y el de Jesús caminando sobre las aguas aparecen juntos como en Mc 6, 30-52 y par. Los dos milagros de Caná pudieron muy bien haber sido transmitidos conjuntamente, aunque esta cuestión no tiene mayor importancia teológica. Es muy probable que el "evangelio" de Juan fuera configurado como evangelio siguiendo un modelo sinóptico, que pudo haber sido el evangelio de Marcos. ¿O conocía el redactor final los otros dos sinópticos?

Así, pues, si la búsqueda de fuentes pre-joánicas no parece adecuada, en el estado actual de los debates sobre el cuarto evangelio el intento de reconstruir la composición de¡ evangelio de Juan en hipotéticas redacciones más o menos sucesivas se halla marcado por una gran incertidumbre. Además, ese intento tampoco tiene por qué conducir a resultados positivos, pues el proceso a que nos venimos refiriendo tiene mucho que ver con los debates mantenidos dentro de la escuela joánica; y en esta cuestión la susodicha escuela de las tradiciones garantiza tanto la continuidad como la independencia. Hay que contar con que en ese proceso de debate existen tensiones y desarrollos. Si éstos tienen importancia teológica, hay que señalarlo. Pero, en ese caso, no se puede hablar de materiales preexistentes en sentido estricto.

2. Lo sinóptico

Si dedicamos un tratamiento exclusivo a "lo sinóptico", seguimos estando en el evangelio, es decir, entramos en un complicado terreno de debate. Al abordar este punto no pretendemos determinar las relaciones del evangelio de Juan con los sinópticos. Categorías tales como "ampliación" o "sustitución" de los sinópticos por parte de Juan parecen muy poco adecuadas al problema; pero tampoco conducen a nada los esfuerzos por reconstruir "fuentes" sinópticas -o más exactamente: textos que tuvieran paralelos en los evangelios sinópticos-. Ello se debe sobre todo a que esos textos han sido completamente repensados y reelaborados. Nuestra pretensión es ofrecer en este apartado un intento de subrayar líneas teológicas de interpretación que habrían actuado en ese proceso de reflexión y de reelaboración. Así podremos lograr además introducirnos en el pensamiento y en el plan teológico del evangelista. Escogemos algunos ejemplos, renunciando positivamente a la pretensión de abarcar todo el material.

El texto más cercano a los sinópticos es ciertamente la serie de relatos constituida por la multiplicación de los panes y Jesús que camina sobre las aguas. En el evangelio de Marcos estos pasajes se hallan insertos entre los muchos hechos ocurridos entre el retorno de los discípulos tras el envío y la concentración de grandes muchedumbres con sus enfermos en torno a Jesús (Mc 6, 30s. 53-56); la frase de revelación "yo soy" sólo se muestra eficaz después de que ha pasado cierto tiempo. El alcance de¡ texto en el relato joánico es mucho mayor; en él, introduce y determina una nueva sucesión de hechos y de discursos. En Jn 6, 1 ss. comienza algo nuevo. La historia de la multiplicación arroja su luz sobre el discurso del pan que le sigue y sobre la parte eucarística de ese discurso, y se resiste a una consideración aislada. Su sentido se descubre únicamente cuando se la contempla en el conjunto de¡ capítulo sexto; y viceversa, el relato ilumina el sentido del discurso, lo saca a la luz. De modo que lo característico de la concepción del cuarto evangelio es el paso de la actuación milagrosa al discurso revelador. La labor literaria -aun cuando no sea totalmente perfecta debido al manejo de material tradicional, que a veces entorpece el desarrollo- adquiere peso teológico. El milagro se convierte en signo. Y sólo si se entiende como tal se entiende adecuadamente.

En la susodicha labor literaria se han tejido determinados hilos entre el milagro y el discurso, algunos de los cuales vamos a mencionar. En primer término tenemos lógicamente la palabra clave "pan". El don del pan se convierte en el pan de vida, que es el mismo Jesús; según 6, 27, el pan apunta además a un don que se promete para el futuro y que dará el Hijo del hombre. El valor del milagro como signo no se revela únicamente en el discurso explicativo, sino también en la actitud de rechazo por parte de la muchedumbre, que se queda en el terreno del milagro, es decir, en la necesidad de saciar el hambre material, y no puede elevarse a la ulterior comprensión del signo (6, 26). En esta misma línea se orienta el tema de la incomprensión (6, 5-7), que introduce el evangelista cuando se pasa a la revelación -y a su rechazo-. La incomprensión alcanza a todos, incluso a los discípulos. Para entender el signo es preciso que alguien nos introduzca en su sentido. Todo ello tiene que ver con la revelación que acontece en Jesús; y en el evangelio de Juan esa revelación se articula expresamente en la frase de revelación "yo soy". Al "yo soy (eso)" del relato del milagro se le tiene que conceder toda la importancia de la frase joánica de revelación. Dicha importancia la asegura el contexto: por una parte, mediante la presencia repetida de esta fórmula (absoluta) de revelación en el evangelio y, por otra, mediante la fórmula (relativa) metafórica de revelación "yo soy el pan de vida" (6, 35), con la que guarda cierta relación. Además las numerosas imágenes vinculadas a las distintas fórmulas-yo-soy se reducen a una unidad. Si se quiere descubrir una tendencia básica en las adaptaciones de la tradición "sinóptica" en Jn 6, habría que verla en la idea de revelación, es decir, en la cristología. El desarrollo de la cristología no es fin en sí mismo, es decir, no se limita sólo a Cristo; tal desarrollo tiene que ver además con la salvación del hombre. El aspecto soteriológico es irrenunciable. La reelaboración del signo puede acentuar este aspecto. Como el pan, también la revelación/el revelador transmite vida.

También en el evangelio de Marcos aparecen al principio la historia del Bautista y la vocación de los primeros discípulos. Pero en el cuarto evangelio se descubren hilos que entretejen ambos relatos más estrechamente, pues se nos cuenta que los primeros discípulos de Jesús procedían del Bautista; es más, que el Bautista los encaminó hacia Jesús. El Bautista aparece como un personaje dotado de sabiduría, como alguien que, por inspiración divina, ha llegado a saber que Jesús es el Hijo de Dios (1, 34). También él desconocía este hecho al principio, como los demás; efectivamente, en dos ocasiones se subraya que no conocía a Jesús (1, 31.33). Este desconocimiento se refiere a lo esencial de su ser. Tras haber recibido el don del conocimiento, es capaz de dar a conocer a Jesús en Israel (1, 31). Comparada con los sinópticos, la exposición joánica aparece sustancialmente transformada. En Juan no se halla la menor huella de la predicación escatológica del Bautista sobre el juicio. Su actividad se orienta exclusivamente a dar a conocer a Jesús entre el pueblo. Por ello, dicha actividad aparece claramente reducida, queda relegada frente a la actuación de Jesús. El Bautista actúa sólo para Israel. Su misión no es revelar, sino dar a conocer. Sólo Cristo puede pronunciar la fórmula de revelación "yo soy". Lo único que puede decir el Bautista es "yo no soy", y lo tiene que hacer acentuadamente (1, 20). Él es como una lámpara que arde algún tiempo, Cristo no depende de su testimonio; si esto ocurre así es por causa de los hombres (5, 34s.). Es el amigo del novio, que no tiene la esposa. Él tiene que disminuir, aquél, crecer (3, 29s.).

Esta exposición menguada de la actividad del Bautista tiene su explicación. El grupo de sus discípulos siguió existiendo y evolucionó hasta el punto de que, hacia finales del siglo I, consideraba que su maestro era el Mesías. Era necesario corregir tal orientación. En el evangelio se vuelve a situar al Bautista en un evidente segundo plano, de modo que, en su irrepetible actividad histórica, aparece como testigo y como creyente ejemplar. La perícopa del bautismo de Jesús, tan importante para los sinópticos, pasa a segundo plano. Nada se dice del bautismo de Jesús por Juan. Sólo ha quedado la manifestación celestial de la venida del Espíritu Santo, concomitante al hecho del bautismo; en la contemplación de esa venida se implica al Bautista -frente a Mc 1, 10-, convirtiéndose para él en un signo para conocer a Jesús (Jn 1, 33). De este modo se vuelve a poner de relieve la idea de la revelación; una idea cristológicamente determinada y central en el relato. El revelador tiene que darse a conocer. Pues, de otro modo, seguiría siendo el desconocido entre los hombres (cf. 1, 26). La iniciativa la tiene el revelador, sobre todo en relación con la posibilidad de que se dé el reconocimiento individual de Jesús como Hijo de Dios. Lo que se le concedió al Bautista tiene además amplia significación pues muestra que el acceso a Jesús es un don. Y ello no porque cada vez tengan que ocurrir cosas extraordinarias, sino más bien porque el acceso a Jesús implica un proceso de conocimiento, para el cual el hombre no se halla capacitado de por sí y es preciso que se le revele. Algo semejante parece indicar la extraña referencia a la higuera en el encuentro con Natanael (1, 47s.), y tal vez la misma indicación sobre la visión de la escalera celeste (1, 51). Con ello se toca el hecho de ir a Jesús, la estructura joánica de la fe, la relación entre fe y conocimiento. Volveremos a ello más adelante.

Si se comparan las historias joánicas de vocación (1, 35-53) con las que aparecen en Marcos (Mc 1,16-20), llaman la atención, además de los nombres, las confesiones de fe que aparecen al final de cada una de aquéllas. También aquí se ha introducido el interés cristológico: "Hemos encontrado al Mesías" (1, 41) o, lo que es lo mismo: "Hemos encontrado a Aquel de quien han escrito Moisés y los Profetas" (1, 45) o "Tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel" (1, 49). A las personas en cuestión se les otorga el conocimiento ya en su primer encuentro con Jesús. Jesús se les da a conocer, lo mismo que él conoce completamente a los hombres; a Simón lo llama por su nombre en el primer encuentro (1, 42). Aparece aquí una relación referencial a la alegoría de¡ buen pastor, que conoce a las ovejas de su rebaño y las llama por su nombre (10, 3). Natanael es reconocido como verdadero israelita (1, 47). A diferencia de lo que ocurre en los sinópticos, junto a la orden de seguirle (1, 43) aparece la terminología de la búsqueda y el hallazgo. Las primeras palabras del Cristo joánico, dichas a los dos discípulos de¡ Bautista que se dirigían hacia él, suenan así: "¿Qué buscáis?" (1, 38). En relación con estas palabras hay que leer la -feliz- indicación hecha anteriormente de que ellos lo encontraron. Con ello se toca la búsqueda del sentido de la vida, fundado en cada hombre, y que se halla con la misma terminología en la literatura sapiencial: "Quien me busca, me encuentra" (Prov 8, 17). "Quien me encuentra, halla la vida y encontrará la complacencia del Señor" (Prov 8, 35). Partimos de que la terminología sapiencia¡ sirvió de modelo. Ya aquí se ve claramente que una parte esencial de la cristología joánica lleva el cuño sapiencial, de modo que Cristo aparece como personificación de la sabiduría. En él se cumple el destino de la sabiduría, es decir, que quien la busca, la encuentra; pero también el destino en relación con quien la rechaza.

En el mismo contexto de la historia de vocaciones se puede aludir a otra característica del lenguaje joánico. Se trata del hecho de concretarse de forma peculiar en un lenguaje concentrado, circular, que se expresa a veces en datos sobre números, tiempos y lugares. El encuentro se produjo a la hora décima (las 16 horas, según nuestro cómputo horario). En relación con estas indicaciones numéricas se plantea siempre la pregunta de si tras ellas no se esconde un sentido simbólico. Aunque nosotros no podamos descubrir siempre ese sentido oculto, el medio lingüístico de¡ cuarto evangelio induce a creerlo. Para los primeros destinatarios no debía de tratarse de un sentido oculto. Tal vez sea el diez el número de la plenitud, el tiempo del encuentro.

El relato de la Pasión coincide en sus estaciones fundamentales con el de Marcos y tiene algunos puntos llamativos de contacto con Lucas. Juan empieza con el prendimiento de Jesús en el huerto del Monte de los Olivos (18, 1ss.); esto podría constituir un indicio de que un primitivo relato de la Pasión anterior a todos los evangelios habría comenzado también de ese modo. Así, pues, si partimos de estas dependencias -sean cuales sean los modos en que se produjeran-, nos interesan determinados elementos de la configuración joánica. Faltan dos perícopas sinópticas significativas: la agonía de Jesús en Getsemaní y el proceso ante el Sanedrín. Juan ha prescindido de ellas por razones teológicas. La humillante agonía no encajaba con la imagen de Cristo que impregna su historia de la Pasión, es decir, con la imagen de un rey cuya majestad se refleja precisamente en su Pasión y muerte. En lugar de esto, ha convertido el prendimiento en una escena epifánica, en la que Jesús se da a conocer mediante la frase "yo soy". Las turbas retroceden y caen a tierra (18, 5-8). Que Juan conocía la perícopa de Getsemaní se deduce del hecho de que elabora algunos de sus elementos ubicándolos en otro sitio (cf. 12, 27 con Mc 14, 34s.).

Algo parecido ocurrió con el proceso ante el Sanedrín. Encontramos elementos del relato de Marcos sobre el proceso introducidos en otros contextos. el logion sobre la destrucción y reconstrucción del Templo en 2, 19 (cf. Mc 14, 58); la pregunta de si Jesús es el Cristo en 10, 24 (cf. Mc 14, 61); la acusación de blasfemia en relación con su pretensión de ser Hijo de Dios en 10, 36 (cf. Mc 14, 61-64). Pero el evangelista ha actuado de forma aún más sustancial. Pudo renunciar al proceso ante el Sanedrín, pues toda la actividad pública de Jesús la había situado en el horizonte de un enfrentamiento procesual con los judíos. Éste comienza con el interrogatorio de Juan el Bautista por parte de los sacerdotes y levitas de Jerusalén (1, 19ss.), continúa en los repetidos interrogatorios hechos a personas que fueron curadas por Jesús (5, 10ss.; 9, 13ss.), las decisiones de darle muerte (5, 18; 7, 1; 8, 37.40; 11, 53), las medidas judiciales contra quienes lo confiesan (9, 22; 12, 42), las tensiones entre el pueblo (7, 43; 9, 16; 10, 19), hasta llegar a los interrogatorios hechos directamente a Jesús, algunos de los cuales hemos mencionado más arriba. Quienes llevan adelante este proceso son los judíos. Y en ese sentido es en primer término un proceso que contempla y se limita a la relación de Jesús con su pueblo. Pero el proceso no acaba con el final de su actividad pública.

Juan ha completado ampliamente el juicio ante Pilato. Como en Mc 15, 2, el centro lo ocupa la pregunta de si Jesús es el rey de los judíos (18, 33). Pero, a diferencia de su fuente, el texto desarrolla la basileia Cristou, su señorío. El relato adquiere así rasgos "mundanos", mundiales, universales. Aunque su reino no es de este mundo, él ha venido al mundo para dar testimonio de la verdad y todo aquel -¡en el mundo!- que sea de la verdad, escucha su voz (18, 36s.). En este contexto universal vuelven a entrar en escena los judíos. Como ya ocurría en el texto de Mc 15, 9-15, ellos se distancian de su rey, del rey de los judíos, lo cual alcanza su expresión acabada en el grito del pueblo: "No tenemos otro rey que al César" (19, 15). Esta concomitancia y conjunción de pueblo y mundo, de rey de los judíos y rey que ha venido al mundo, define el espacio donde acontece la salvación aportada por Cristo. La problemática de pueblo y mundo, judíos y cosmos nos volverá a ocupar más adelante. Elemento determinante es la mirada al mundo. Sin embargo, ello no abre el paso hacia un universalismo indiscutido, pues también el mundo es un concepto cargado de negatividad. Jesús es presentado por Pilato con las palabras "He aquí el hombre" (19, 5); y esto se debe entender en el horizonte de este concepto del mundo. La corona de espinas y el manto de púrpura lo confirman. El título Hijo de Dios se añade a la serie de los predicados cristológicos: "Se ha hecho Hijo de Dios" (19, 7), lo cual significa dar un paso hacia el título que para el evangelista sobresale por encima de los otros. En el resto de la historia de la Pasión no sigue ningún título cristológico, no encontrarnos ninguna , a fin de que todos creyeran por medio de él. No era él la luz, sino que vino para dar testimonio de la luz" (1, 6-8). Pero previo a este testimonio de Juan y enmarcándolo hay un texto sobre el Logos, sobre su origen y procedencia divina, así como sobre su encarnación. Una importancia singular tiene la pregunta sobre la función que cumple este texto sobre el Logos en relación con la historia de Cristo, que comienza con la referencia a Juan Bautista. En el fondo se trata de la relación del texto del Logos con el evangelio. De las numerosas opiniones, entresacamos dos que atribuyen gran importancia al versículo 14.

Para Rudolf Bultmann, con la frase "Y el Verbo se hizo carne" se ofrece el tema del evangelio. Con esa frase, la cristología joánica queda determinada desde el principio como una cristología de la encarnación. Prescindiendo una vez más de las distintas posibilidades de interpretar esta frase, Bultmann considera que con ella la revelación queda cualificada en el sentido de que el revelador aparece en su acontecer en un estado de "pura humanidad"; la frase introduce así un escándalo que sólo se puede superar desde la fe. En cualquier caso, según esta opinión, la idea de la encarnación del Logos se sitúa intencionadamente en el comienzo de la concepción del evangelio y de su cristología. M. Theobald ve las cosas en una línea opuesta. Para él la cristología de la encarnación supone el final de un proceso de desarrollo cristológico. Una confirmación de esta opinión la ve, entre otras cosas, en el hecho de que la cristología de la encarnación no halla eco alguno en el cuerpo del evangelio -salvo en algunos añadidos redaccionales (6, 51c-58; 12, 44-50)-. La cristología tiene un sello diferente en el resto del evangelio; está determinada por la idea de Cristo como enviado de Dios, como Hijo del hombre, que ha venido del Padre y ha vuelto a él. La inclusión del versículo 14 y, con este versículo, de la cristología de la encarnación se ha hecho para oponerse a una interpretación que negaba que Cristo "hubiera venido en carne" y que se explicita en las cartas joánicas (1 Jn 4, 2s.; 2 Jn 7). Theobald habla de una cristología del bautismo, cuyo contenido es que el Logos divino habría venido al hombre Jesús en el bautismo, abandonándolo antes de la crucifixión. Theobald atribuye también una función correctora o amplificadora a la idea de la creación (1, 1-3) y al testimonio ocular, que -salvo los insertos de la redacción (1, 34; 19, 35; 21)- no vuelven a aparecer como tales en el evangelio; además considera que el prólogo es el "comentario más antiguo" de¡ evangelio, porque resume y resalta lo fundamental.

En cualquier caso, es evidente que el texto previo del Logos asumido por el evangelista y reelaborado hasta formar el prólogo es de capital importancia para la cristología. En esta afirmación general se da también una coincidencia total entre las dos opiniones referidas. Resultan poco convincentes las interpretaciones según las cuales no hay continuidad entre el prólogo y el evangelio. De la opinión de Theobald vamos a decir algo más.

Si partimos de que el texto previo sobre el Logos abarca 1, 1-16 -las indicaciones sobre Juan Bautista en 6-8 y 15 son inserciones y, como veremos, no son las únicas-, el evangelista habría asumido con él la confesión de fe de la comunidad. Su evangelio quedó así determinado por esta confesión; él, por su parte, se adhiere a ella, pese a que aquel texto contenía novedades frente al evangelio. Pero además de esa perspectiva, hay que hacer valer la otra. No se trata únicamente de que el prólogo es un comentario introductorio al evangelio, sino además de que el evangelio es, por su parte, un comentario al prólogo. También en el comienzo de otros escritos del Nuevo Testamento (Rom, Col, Heb) encontramos -mutatis mutandis- una confesión de fe, que luego se interpreta en el resto de¡ documento.

Es indudable que, con el texto del Logos, que él transformó en un prólogo, el Evangelista quiso crear un auténtico comienzo a su obra. La indicación inicial "Al principio" está tomada de Gén 1, 1, es decir, estaba acuñada como inicio de un libro; y, como Génesis, I, 1, se refiere al momento de la creación, que es el inicio de¡ tiempo. Resulta absurdo dudar de que la referencia temporal contempla el momento de la creación y, viendo las cosas desde 1, 6ss., relacionar ya 1, 1ss. con el Logos encarnado. En su preexistencia, el Logos participó en la creación de todo sin excepción como mediador de la creación (1, 3). Esta afirmación monista acerca de la creación, que en definitiva lo remite todo a Dios, no vuelve a repetirse en el evangelio. Pero se sitúa en la línea de la tradición bíblica, en la que también se halla el evangelista. Sin embargo, más importante que la afirmación sobre la creación sería para Theobald la implicación cristológica de aquella afirmación. En su preexistencia, el Cristo-Logos oyó y vio todo lo que comunicó luego a los hombres en su manifestación histórica, como asegura más tarde el evangelio una y otra vez. Lo mismo que en la creación lo reveló todo, así también en su manifestación histórica constituye la única revelación del Padre. Luz y vida, que él ya poseía (1, 4), no son ahora el resultado de una revelación "natural" -como se podría suponer que afirmaba el precedente himno a la sabiduría-, sino de la revelación comunicada históricamente.

También se historiza el rechazo de la luz, por cuya causa surgen las tinieblas (1, 5). Al hacerlo, el Evangelista se aleja de un problema especulativo sobre el origen del mal y asume la postura característica del evangelio, según la cual sólo en el encuentro con la luz, es decir, sólo con la revelación se perciben las tinieblas como tinieblas. Si aceptamos la opinión de que los versículos 9s. pertenecen a la redacción, hay que concluir que ya aquí el redactor hace valer su concepción del mundo. "Mundo" es una palabra con tintes negativos y significa el mundo enemistado de Dios por la historia de los hombres. En cualquier caso, repitiendo la idea del versículo 3a, constata que el mundo ha llegado a existir por la palabra; es decir, mantiene las posibilidades históricas, en medio de las cuales el hombre puede optar con libertad. Por ello concede importancia a la mención de la fe (1, 12b.13), hacia la cual conduce también en definitiva el Logos. Al realizar una reducción a muy pocos imperativos, la fe adquiere una importancia de primer orden. Pues es la fe la que transmite la nueva vida, el nacimiento desde Dios. Con ello se precisa el don salvífico de la vida. Se distingue de la vida terrena, que se concibe por la voluntad de los hombres. En esta oposición, la vida terrena aparece como una vida impropia. En 5, 25 se llega a afirmar que los que viven una vida terrena están muertos. Puesto que nacer de Dios otorga una vida divina, permanente, la zwe aiwnios, ya aquí se revela la perspectiva escatológica del evangelista (escatología de presente). Lo definitivo se ha hecho ya presente en su plenitud. Para entender lo que significa esa vida hay que tener en cuenta la oposición, establecida ya en este texto, frente a la vida concebida por voluntad humana.

¿Pero cómo hay que entender, según el evangelista, la afirmación de] versículo 14 sobre la encarnación? ¿Como paradoja de la fe, que permite contemplar la gloria divina en el simple hombre Jesús (Bultmann)? ¿O -resaltando en último término la afirmación sobre la encarnación- en el sentido de un "docetismo ingenuo", según el cual la carne es sólo la envoltura de la divinidad plena (E. Käsemann)? ¿O como correctivo de una cristología bautismal insuficiente, según la cual el Logos divino habría descendido sobre el hombre Jesús en el bautismo y que, en el marco de esta confrontación, fundamentaría la idea de la encarnación (Theobald)? Formalmente hablando, queremos suponer que la afirmación sobre la encarnación formaba parte del texto ya existente sobre el Logos. Conviene recordar que dicha afirmación se encuentra también en otro antiguo texto hímnico del Nuevo Testamento (Flp 2, 7). No se puede excluir ciertamente que el texto del Logos poseyera cierta tendencia crítica indirecta. Ésta se habría introducido debido a la polémica con los herejes en 1 Jn 4, 2s.; 2 Jn 7. Sin embargo, el versículo 14a supone una clarificación frente al versículo 11 –"(el Logos) vino a lo suyo"-, que contempla ya su entrada histórica en el mundo. Esta relación singular de competencia del versículo 14 frente al versículo 11 podría ser un indicio de que se trata de una corrección objetiva.

Pero no se puede afirmar que la idea de que Dios se hizo hombre en Jesús aparece por primera vez en ese versículo. Pese al predominio de la cristología del Enviado, dicha idea se hace también presente, en cuanto al sentido, en otros momentos. La confesión de fe de Tomás: "Señor mío y Dios mío" (20, 28), que, en cuanto confesión de fe conclusiva del cuarto evangelio tiene el mismo valor que la confesión de fe del centurión en Mc 15, 39, no se puede integrar en la cristología del Enviado. A aquella confesión se opone el humilde origen humano de Jesús, que provoca tanto escándalo, su procedencia de Nazaret (1, 46), el hecho de que sus padres sean conocidos (6, 42). El escándalo de la revelación se mantiene totalmente y además se expresa. A Jesús se le reprocha que, pese a ser un hombre, se haga Dios (10, 33; cf. 5, 18). Así, pues, la encarnación de Dios no se introduce por primera vez en 1, 14; lo que se hace en ese versículo es conceptualizarla.

La reelaboración redaccional del texto del Logos en la última parte del prólogo se concentra en la unicidad del Revelador. Esto se lleva a cabo distinguiéndolo una vez más de Juan Bautista (1, 15), de Moisés y de la antigua economía salvífica - probablemente con la ayuda de una afirmación tradicional- (1, 17), pero también presentando a Jesús como el "Unigénito del Padre" (1, 14). Precisamente a esta preocupación sirve la frase conclusiva, que es además una afirmación de paso hacia el cuerpo del evangelio: en ella se le atribuye a Jesús, que se halla ahora en el seno del Padre, el papel de ser para los hombres el exegeta del Dios invisible (1, 18).

Por último, el Evangelista aceptó fácilmente los conceptos de gracia y plenitud/pleroma (1, 14.16) usados en el prólogo -el contenido del último es muy próximo al del término "gracia"-, que extrañamente no vuelven a aparecer en el evangelio. También tenía interés en señalar que, en el acceso a la fe, Dios precede a los hombres (cf. por ejemplo, 6, 44). Un grupo, constituido por un nosotros anónimo que confiesa su fe (1, 14b), es responsable del capítulo añadido por la redacción (cf. 21, 24). "Gloria" (doxa) es un término de revelación importante para Juan, y equivale a afirmar la presencia de Dios en Jesucristo. Según 1, 14 ahora se ha hecho posible contemplar su gloria (la del Encarnado). Según 2, 11 dicha posibilidad tiene que ver con la aceptación creyente de sus signos (cf. 11, 4). En 12, 41; 17, 24 dicha posibilidad se remite al mundo de Dios. Sin embargo, también aquí existe una conexión entre el texto del Logos y el evangelio.
Al configurar el prólogo, el evangelista ha emprendido notables cambios de orientación en el texto del Logos que había recogido. Tales cambios constituyen para nosotros el punto de partida para exponer su concepción teológica.
(Extracto del cap. 4º de Teología del Nuevo Testamento, Madrid, Trotta, 1998, pp. 239-253. Prescindiendo de las notas a pie de página).

LA COMUNIDAD EN PERSPECTIVA BÍBLICA

LA COMUNIDAD DESDE LA PERSPECTIVA BIBLICA


Gustavo Baena, S.J.

1. LA INTRODUCCION – la palabra “comunidad” y su contenido.

a) Este termino “Comunidad ” es bastante extraño en los documentos del Magisterio de la Iglesia.

Aparecen ampliamente en el Nuevo Testamento, particularmente en las cartas típicas paulinas (koinonia y eecclesía) y significativamente después del Concilio Vaticano ll la palabra Comunidad aparece pocas veces y casi siempre para referirse a otras asociaciones que quizás no sean propiamente comunidades cristianas como tales.

En los documentos de Magisterio de América Latina como Medellín, Puebla y Santo Domingo aquí el termino de comunidad es muy frecuente y usado con densidad de sentido.

b) ¿ Por qué razón se desató en la Iglesia, luego del Concilio Vaticano ll, una gran tendencia tan grande sobre la significación y la esencial valoración de la“Comunidad?” O más exactamente, ¿Por qué este Concilio es la causa directa de tal valoración de la Comunidad?

En la Constitución dogmática “ Lumen Gentium” en el numero 1 la Iglesia es considerada como un espacio de Comunión de Dios con las personas y de las personas entre si. Y en el numero 7 el Concilio entiende la Iglesia esencialmente Cuerpo del señor.

La Iglesia como Cuerpo del Señor no es una voluminosa entidad abstracta universal. La Iglesia realmente comunión de personas a la cual se refiere el Concilio, es una recepción de las cartas de Pablo, esto es, en cuanto Cuerpo del Señor. Ahora bien, en Pablo las comunidades Cuerpo del Señor eran espacios concretos donde se vivía y se celebraba la vida de fe de las Comunidades. Eran esas comunidades pequeñas donde se exigía de por si y espontáneamente, por la fuerza del Espíritu Santo, la responsabilidad del don de sí mismo de cada uno de sus miembros, con relación al resto de la comunidad. La Iglesia Universal son precisamente esas comunidades locales y concretas en donde se vive realmente el Cristianismo. Por eso la Iglesia Universal es la unidad y solidaridad de todas estas Comunidades. Si no existieran, tampoco existiría realmente la Iglesia. De allí que se diga que las comunidades realmente “Cuerpo del Señor” son las ventanas por donde se asoma la identidad de la Iglesia Universal.

Todavía hoy después de este renacimiento tan grande del sentido de la Vida Comunitaria Cristiana, desatado por el Concilio, sin embargo se dan voces un poco perplejas que miran con extrañeza toda esta valoración de la Comunidad. Por eso se preguntan ¿Por qué a ultima hora, a estas alturas del cristianismo se esta hablando con tanta intensidad sobre Comunidad?.

¿ No será todo esto un embeleco, o un snobismo, o una moda, o un afán de emulación con la sociología, o la psicología, o la pedagogía? etc.?
Puesto que el tiempo es limitado solo expondré lo que me parece mas determinantemente teológico desde la Revelación, a saber, la Comunidad en el Caso de Jesús, puesto que es la clave para comprender el autentico sentido de la Comunidad y su función salvífica.

II. LA COMUNIDAD EN EL CASO DE JESUS

1. Algunas estadísticas en Mateo, Marcos y Lucas

a) Los grandes discursos de Jesús, particularmente en el Evangelio de Mateo están dirigidos especialmente a los discípulos más cercanos de Jesús y muy indirectamente a la gente.

b) Las exhortaciones cortas o instrucciones tienen casi siempre como destinatarios el circulo de los discípulos cercanos y rara vez la gente.

c) En numerosas ocasiones estos discípulos cercanos vienen donde Jesús para pedir alguna explicación, o el mismo Jesús los llama para explicarles algo aparte, o en privado o en casa y no junto con la gente.

d) La preocupación de Jesús, con su grupo no es solo en el campo de la enseñanza o de la predicación inmediata, sino que se extiende a otras actividades, lo acompañan en su en su oración, cuando es invitado a comer, en sus correrías por el mar y diversos lugares que Jesús visita como Samaria, Jerusalem, Tiro y Sidon etc.

e) En la mayor parte de las narraciones de milagros los evangelistas hacen notar la presencia de los discípulos cercanos.

2- Lecturas de estas Estadísticas

a) Sin duda esta preocupación de Jesús con su grupo de discípulos cercanos, no es casual, es intencionalmente explicitada por los Evangelistas. El Evangelio de Marcos señala el inicio de la vida publica de Jesús en el llamamiento de cuatro de sus discípulos más significativos (Mc 1,16-20)

b) Ciertamente la actividad más masiva de Jesús en los tres primeros evangelios es la formación de sus discípulos cercanos. En esta Jesús centra el anuncio concreto de lo que él entiende por Reino de Dios, mas que en su actividad de misericordia y de enseñanza y predicación.

c) Parecería a primera vista que el proceder de Jesús fuera en un primer momento y antes de toda actividad, llamar directamente a estos discípulos cercanos y en forma individual.

d) Mas aun, parecería que la intención de los evangelistas fuera mostrar a un Jesús, cuya preocupación seria formar los lideres o las autoridades gubernativas de la Iglesia. Este seria el sentido de lo que aparece en el Evangelio de Marcos (Jesús) “subió al monte y llamo a lo que él quiso, y vinieron donde él. Instituyo a los doce para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar ” (3,13-14) Este esquema es impensable en la época del Jesús histórico: De aquí se seguirían numerosas contradicciones; en efecto ¿Cómo podía Jesús enviar a anunciar algo que los discípulos no poseían, si se tiene en cuenta, que el enunciador es propiamente un testigo de una experiencia de Dios tan impactante que inunde y sature toda la persona? Cuando, por otra parte, sabemos que los discípulos de Jesús hasta la hora de la Crucifixión aun estaban dudosos, sin una fe segura y en todo caso le abandonaron y huyeron a Galilea.

e) Si Jesús se preocupa por un grupo de discípulos y aun de su Vida Publica la misión de los mismo no es inteligible, entonces, lo que preguntamos es esto: ¿Cuál es el propósito real de Jesús con su grupo?

f) Ayuda a despejar esta pregunta, el ofrecer aquí alguna indicación sobre la manera como Marcos y también los demás evangelistas redactaron sus evangelios. Parecería a un lector menos critico que lo primero que hicieron los Evangelistas seria averiguar con documentos o algunos medios investigativos que fue lo que Jesús realmente hizo y en que orden cronológico y luego redactarían en una historia de Jesús tal como hoy entendemos una historia y como reconstruirla. Pero esto no es imaginable que hubiera sucedido de este modo. Marcos a excepción de una historia de la pasión, no posee otro material sobre Jesús que una numerosa cantidad de unidades pequeñas de diverso origen sobre dichos y hechos de Jesús, que ya habían tenido un empleo en la vida de las primitivas comunidades cristianas en función precisamente del anuncio del Evangelio. Marcos y los otros evangelistas al redactar sus evangelios lo que hacen es releer ese conjunto de tradiciones, desde la óptica de la experiencia del Resucitado que viven sus comunidades, con el propósito de autointerpretarse como comunidades creadas por el mismo Jesús. De allí entonces que la iglesia aparece en Marcos es la comunidad del año setenta pero no propiamente la comunidad de la época de Jesús terreno antes de su muerte.


Esto quiere decir que la historia de Jesús que aparecen en los evangelios, no es una historia hecha por medio de investigaciones de atrás hacia delante, sino al contrario de adelante hacia atrás. Es decir hecha desde las tradiciones como fueron vistas e interpretadas en el año setenta dígase de lo mismo de los otros evangelistas. Con esto no se quiere decir, que muchos elementos reales de la vida de Jesús terreno, no se hubiesen conservado, y entre otros, la gran preocupación de Jesús por formar un grupo de discípulos cercanos ¿pero que pretendía realmente Jesús con ese grupo? Hoy los estudiosa exegéticos están en mejores condiciones de responder este interrogante.

3 Punto de Partida: El Anuncio de Jesús

a) Es el sentir común exegetas que el objetivo central y único durante su vida publica fue el anuncio del Reino de Dios ¿pero que es el Reino de Dios anunciado por Jesús? La respuesta puede ser simple: Es la cercanía inmediata de Dios en el hombre Jesús percibida por su propia experiencia, también inmediata y atendida en forma concreta como un proceder en el pensar y actuar absolutamente conforme con la voluntad de ese Dios presente en él.


De allí que propiamente el anuncio de Jesús no sea otra cosa, que ser testigo de su propia experiencia del Dios vivo en él. Para Jesús Dios esta por encima de todas las cosas, inclusive por encima de su propia religión el Judaísmo. Cuando Jesús dice que el Reino de Dios esta cerca, se refiere a su propio caso, ya lo experimenta en el mismo.


Pero ¿Cómo Jesús percibe la realidad de Dios en él?. Puesto que Jesús es hombre, percibe la divinidad con los mismos mecanismos de conocimientos propios de todo ser humano. Ahora bien los seres humanos percibimos a Dios por medio de objetos sensibles o captables por nuestro conocimiento.


Esto quiere decir que lo que Jesús experimenta es la orientación absoluta de Dios en él, puesto que en él habita también absolutamente la divinidad que lo posee, puesto que él acoge sin condiciones esa divinidad, haciendo fielmente su voluntad. Por eso lo que Jesús percibe como experiencia de Dios conocible, son sus propios deseos, decisiones y acciones enteramente orientadas por Dios.


De aquí ya se puede deducir de alguna manera, como es la concepción que Jesús tiene de Dios y que el deja entender de sus parábolas.


b) Jesús en su predicación no pretendía enseñar un cuerpo doctrinal, ni menos a un conjunto de verdades abstractas; lo que Jesús buscaba era disponer las personas que encontraba, a acoger la acción de Dios creador en ellas, para que penetraran sus vidas y resultaran obrando mansamente según su voluntad y fueran, por esa misma razón, ellos mismos, testigos claras de la presencia de Dios en el mundo, o sea ellos mismos Reino de Dios como Jesús.


El lenguaje preferido por Jesús para promover el reino de Dios era precisamente el lenguaje de las parábolas. Ellas eran unas modestas imágenes recogidas del ambiente común y de la cotidianidad y en las cuales traducía de alguna manera el modo del acontecer de Dios en él, tal como lo percibía su propia existencia, a fin de estimular la conciencia de sus oyentes, paras que descubrieran al Dios vivo en ellos mismos y se movieran a tomar decisiones vitales consecuentes. O en otras palabras, como si Jesús dijera a sus oyentes: cierren sus ojos, miren hacia adentro, sientan a Dios que acontece en ustedes, según el indicativo de la parábola y decidan concientemente la orientación de ese mismo Dios que se deja sentir desde dentro en ustedes


c) De este lenguaje parabólico es fácil deducir que concepción tiene Jesús del acto creador de Dios en él: Dios se encarna en él y al encarnarse crea su humanidad; en otros términos Dios lo crea trascendiéndose en él, habitando en él, comunicando su mismidad a el, o en fin, haciendo comunión con él, dándosele a el personalmente; y este es el sentido primigenio de comunión a saber, un Dios que crea el ser humano saliendo de sí mismo, haciendo comunión con él y habitando en él.


De aquí bien se puede concluir que Dios crea a los seres humanos haciendo comunión en ellos, o lo que es lo mismo, comunicando la minidad de su ser, o sea uniéndose al ser humano al modo de la encarnación.


No es otro el sentido de la declaración del Concilio Vaticano ll cuando afirma:
“El Misterio del hombre solo se esclarece en el Misterio del Verbo encarnado… manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación... El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido en cierto modo a todo hombre”(Gozo y Esperanza n..22)


d) Ahora es forzoso que nos pongamos frente a la siguiente pregunta: ¿Por Qué Dios está creando de hecho a todos los seres humanos comunicándose él mismo personalmente a ellos, habitando en ellos por su Espíritu? O más directamente: ¿qué propósito tiene Dios al crear los seres humanos de esta manera?. Y la respuesta es necesariamente, según la Revelación, hacer del hombre creado y en cuanto creado, y por tanto finito, hacer de él un real hijo de Dios, quién al participar de la divinidad, deja de ser finito, si acoge por la fe esa divinidad, y lo hace trascender de su condición finita y llega a ser finito como Dios mismo.


Esto significa que el ser humano, de por sí es mortal y solo puede desbordar o trascender esa mortalidad, si Dios mismo lo crea continuamente habitando en él, o participándole su vida divina, haciendo, de esta manera posible, por pura gratuidad, que rompa la finitud o la muerte y se convierta en un ser infinito e inmortal, esto es, un real hijo de Dios, como Jesús.


4. ¿Cómo Jesús anuncia el Reino de Dios que él experimenta y del cual él mismo es el testimonio?


a) Jesús no es propiamente un teórico o un maestro cuyo mensaje fuera una sublime sabiduría humana o un expositor de un conjunto doctrinal o de un sistema de verdades.


Esto sería poco y su originalidad no aventajaría a muchos hombres que han existido en la historia, como maestro de sabiduría.


Lo hemos dicho más arriba que la originalidad de Jesús está en su presencia de Dios mismo o en ser testimonio de la sabiduría absoluta de Dios en un hombre.


Por eso lo que Jesús pretende con sus parábolas no es precisamente enseñar doctrinas o promover algún sistema de verdades.


Jesús quiere ir más allá, pretende tocar la interioridad de las personas que encuentra a su paso y el medio que emplea es el del símil o la parábola y con ellos hace conscientes a los oyentes de la realidad divina que habita en ellos para que libremente acojan esa misma realidad; en otras palabras, Jesús se propone disponer a sus interlocutores para que en ellos suceda lo mismo que sucede en él; esto es, que se abran como él y se dejen orientar por esa misma realidad divina y así resulten haciendo incondicionalmente la voluntad de Dios.


Pero el lenguaje es únicamente un medio, inclusive reducido y que solo logra hacer tomar conciencia de la realidad del Dios vivo en el hombre.


b) Si el contenido del anuncio de Jesús, es la presencia inmediata y la plenitud de Dios en él, y Jesús mismo es el testimonio de esta su propia experiencia, se sigue que Jesús es el anuncio mismo o sea la presencia actuante y visible de Dios, o lo que es lo mismo, Jesús es la llegada del Reino de Dios a este mundo.


Por eso el medio con el cual Jesús anuncia el Reino de Dios, es él mismo como presencia de Dios, o sea ser Dios para los demás, y no simplemente palabras o discursos o parábolas.


Antes había dicho que lo propio de la realidad de Dios era crear el hombre, saliendo de sí mismo, trascendiéndose en él, haciendo comunión con él dándosele; esto lo percibía Jesús perfectamente en su experiencia de unión con él (su oración), y por esto mostrándose él mismo como Dios, transparentándolo en todas sus acciones.


Ahora bien, si Jesús experimenta, como dijimos, que Dios crea su humanidad haciendo comunión con él dándose a plenitud, esto mismo era lo que Jesús hacía con cada una de las personas que encontraba. O en otras palabras, Jesús se comportaba con los demás como Dios se comportaba con él. Por eso la manera masiva como Jesús disponía a las personas para acogieran, como él, a Dios vivo, era haciendo comunión con todo el que se encontraba a su paso.


c) Actualmente la exégesis bíblica, valiéndose de la crítica histórica sobre las tradiciones que circulan en los Evangelios, logra ya un acercamiento a la realidad vivida por el Jesús terreno, particularmente en aquellos que se refiere a los inicios de su vida pública.


Todo permite entender que la actividad típica y original de Jesús empieza en Cafanaum, insertándose en un grupo de pescadores.


Aquí entendemos por “inserción” no solo convivir con las personas en su propio medio vital, sino algo más, contagiar e impregnar a las personas de lo que el mismo Jesús estaba dominando o saturado, esto es, de la presencia actuante de Dios en él. Y la manera como Jesús contagiaba e impregnaba a las personas no era otra que comportarse como Dios mismo en él, esto es, haciendo comunión con cada una de las personas que encontraba en las cercanías de Cafarnaum.


d) Seguramente este proceder práctico de hacer comunión o comportarse como Dios mismo fue lo que generó poco a poco el real llamamiento de los primeros discípulos y su consiguiente seguimiento.


La razón es clara: Dios como creador, saliendo él de sí mismo y haciendo comunión con su creatura es realmente FASCINANTE. Y por eso la manera como Jesús procedió no era otra cosa que hacer visible esa fascinación de Dios, y al hacerlo Jesús mismo se convertía en la irresistible fascinación de Dios y esto, sin duda, fue lo que generó el llamamiento y el concreto seguimiento de los discípulos cercanos de Jesús, que nos narran los Evangelios.


De aquí ya podemos deducir con claridad que lo que realmente generó y produjo de hecho la comunidad de Jesús fue su comunión con cada uno de ellos y de ellos entre sí. Por eso la comunidad no es una yuxtaposición de personas que conviven y hasta pueden alcanzar alguna tolerancia. La comunidad cristiana es otra cosa, es el espacio vital donde acontece la comunión de Dios dándose, y por la misma razón, la comunión de las personas saliendo de sí y saliendo incondicionalmente en función de los otros.


e) Ahora ya podemos comprender la preocupación masiva de Jesús para formar un grupo de discípulos cercanos, tal como lo pudimos observar en las estadísticas practicadas en los tres primeros Evangelios. La preocupación de Jesús, no era, pues, en primera instancia la de armar una comunidad ni tampoco la de formar sus lideres, sino la de hacer comunión con cada uno de ellos; otra cosa es entender que fue previamente esta comunión con ellos lo que, a su vez, fue el fundamento y la causa de la comunidad como realidad efectiva.


La gran verdad que de aquí se deduce es la siguiente: Una comunidad cristiana real y efectiva no se hace propiamente ni con medios sociológicos o psicológicos, o pedagógicos, ni por medio de prácticas integrativas o dinámicas; todos estos elementos pueden servir de ayuda. La comunidad solo se genera fundamentalmente por la comunión de persona y esto no es otra cosa que la manifestación fascinante de Dios mismo haciendo comunión con las personas y moviéndolas, desde dentro, o salir de ellas mismas y a darse incondicionalmente al otro.


5. ¿Cuál es la función determinante de la Comunidad Cristiana?


a) La comunidad no es un mecanismo que nos hemos inventado los hombres para valernos de la colaboración de las fuerzas activas de los otros a fin de que la vida se nos haga más llevadera y placentera, ni es una organización que canaliza los poderes y saberes de sus miembros para lograr una mejor efectividad; ni es tampoco un equipo para buscar intereses distintos de ella, ni para alcanzar mayor producción o eficacia, ni para atender una obra, así sea de educación o beneficencia.


La comunidad, según la intención de Jesús y de la Iglesia primitiva, era como dije antes, un espacio de formación de seres humanos auténticos.


Según la revelación y en forma expresa el Concilio Vaticano II (Gozo y Esperanza n.22) Dios nos revela en la encarnación lo que el hombre es, es decir en Cristo se nos revela la autenticidad del hombre. Ahora bien ese auténtico hombre Jesús, lo era por ser, él mismo, la presencia diáfana de Dios, saliendo de sí mismo y haciendo comunión con los otros. Se sigue, pues, que el hombre auténtico, según la voluntad de Dios es el ser humano de Comunión, esto es, que entiende y vive que la razón de ser de su vida está en salir de sí mismo y trascenderá en su hermano, particularmente en aquel que está más necesitado.


b) Seguramente no sale al paso la siguiente pregunta ¿Por qué la Comunidad es la manera concreta como se forman los seres humanos? O ¿Por qué la Comunidad Cristiana es la forma como Dios crea a los seres humanos?


En el libro del Génesis no se nos dice toda la verdad cuando afirman que “Dios creó al hombre a su imagen” (Gn 1,27) como si se tratase de una acción de Dios puntual, según la cual Dios ya podría retirarse y dejarlo solo en el mundo.


Del anuncio de Jesús se desprende que la creación del hombre sucede de hecho de otra manera, esto es, que Dios lo crea comunicándose él mismo al hombre, habitando en él; lo cual significa que la creación del hombre no es una acción puntual sino una acción continua hasta llevarlo a una plenitud de vida con Dios, que no termina con las muertes, sino que es infinita.


Pero según la misma revelación, la creación continua de Dios en el hombre, no es solo de Dios, sino que con ella entra también, como poder creador la mediación de los seres humanos, unida a la de Jesús, y es el sentido más profundo de la comunidad cristiana, a saber, un espacio donde, por voluntad de Dios, sucede la participación activa y creadora de cada miembro de la comunidad, en la formación y edificación de cada unos de los otros.


Dios de hecho no está creando él solo a los seres humanos. Así como Dios se vale de la comunión de un padre y de una madre para engendrar hijos de Dios, de la misma manera se vale también de los miembros de la familia y de la comunidad cristiana para continuar la creación de esos seres humanos auténticos.


Comunión creadora, es real vientre materno en donde se crea hijos de Dios, valiéndose de la mediación de cada uno de sus miembros.


6. ¿Por qué solo en comunidad se pueden educar los seres humanos auténticos?


a) Para responder a esta pregunta es del todo necesario recurrir a la reflexión de San pablo sobre la condición humana, o en otros términos, debemos implicarnos en lo que suele llamarse la Antropología paulina.


Para San Pablo el problema grave del hombre es la muerte, y esto no sería otra cosa que la resultante obvia de su condición de ser finito. Sin embargo por amorosa voluntad de Dios y por pura gratuidad con el hombre, le está creando habitando en él por su Espíritu, participándole su vida divina a fin de orientarlo desde dentro con su poder hacia lo que Dios es, es decir, hacia lo infinito.


Pablo describe en sus cartas la situación del hombre de esta manera: por una parte, puesto que el hombre es finito o corruptible o amenazado de muerte tiende espontáneamente hacia lo transitorio, lo finito, es decir, se repliega sobre sí mismo, aferrándose a lo que abarcan sus posibilidades limitadas, afirmándose en su propia autosuficiencia, y en consecuencia, encerrándose en las apetencias de su propio egoísmo. Esto es justamente lo que Pablo denomina con el término “pecado” de base en todo hombre. Por otra parte, ese mismo hombre es creado por Dios por comunicación de la divinidad en él, y por lo tanto el poder de la tendencia de la divinidad en él quiere liberarlo del poder de la tendencia de la finitud o del pecado y lo orienta a liberarse de sí mismo a salir de sí en función de los otros y en consecuencia a hacer comunión con ellos.


Por eso al ser humano solo le queda una alternativa: o dejarse esclavizar por la tendencia de finitud o pecado o propia autosuficiencia, o bien, se decide a acoger la realidad de Dios vivo que habita en él por su Espíritu; es ese mismo espíritu el que le hace salir de sí mismo comprometiéndose en la edificación de los demás.


b) Pero esta alternativa no es una decisión abstracta, tal decisión solo tiene consistencia real cuando el hombre se compromete a una vida práctica de comunión dentro del espacio de la comunidad.


Aquí es donde se comprende que la comunidad, en la práctica, es un espacio de liberación, es decir en donde el hombre se libera por el poder del Espíritu Santo que habita en él, del poder esclavizador del pecado o de la finitud, que lo encierra en sí mismo y lo deja sin trascendencia en el mundo, lo que es y frustración como ser humano.


De aquí se deduce que la comunidad cristiana, si quiere ser verdaderamente liberadora deberá ser pequeña, porque solo así cada uno de sus miembros es responsable de la formación de los otros, y cada uno se sienta, no solo movido por la comunión efectiva de los otros, sino también urgido desde dentro a ejercer una comunión responsable y discernida.


c) Ayuda enormemente a comprender este Misterio del poder divino y creador de la comunidad, el considerar la reflexión de S. Pablo en su primera carta a los Corintios, Cap. 12: En los vv. 1 a 3 Pablo se está refiriendo a la comunidad como una circulación de carismas, es decir, la comunidad como obra exclusiva del Espíritu Santo.


En los vv. 4 a 11 el texto se refiere a lo que realmente son los carismas.


Con frecuencia se suele pensar que los carismas son simplemente las cualidades de las personas, pero esta concepción se expone a graves ambigüedades. En el verso 7 dice: “A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu Santo para provecho de todos”. Esto quiere decir que el carisma (don) es tal manifestación del Espíritu que precisamente se transparenta en las personas. Ello significa que las personas, ellas mismas son el donde de Dios en la comunidad, de la misma manera como el Espíritu Santo es el don de Dios mismo y no una cosa.


Por otra parte, si la función propia de la comunidad es salvar o liberar las personas de la esclavitud del pecado del yo, o del yo, a fin de que, ya liberados de sí mismos, puedan hacer comunión con los demás.


Por lo tanto los carismas son valores salvadores y esto solo pueden serlo las personas como mediadoras del poder salvador o creador de Dios en la comunidad.


En los vv. 12 a 30 ya Pablo se refiere al ejercicio responsable de cada miembro como carisma o presencia del Espíritu Santo en la comunidad, es decir la persona como miembro de comunidad que responsablemente sale de sí misma con todo lo que es o tiene o puede o sabe, a a hacer comunión con los demás, teniendo preferencia, como lo afirma expresamente el texto en los vv. 22 a 26, por aquellos que son los más necesitados de la comunidad.


Concluyendo: Todo esto acaba por convencernos realmente de cómo Dios solamente crea seres humanos de una sola manera, en comunidad, es decir, no El solo, sino valiéndose de los mediadores del poder creador de Dios que es su Espíritu Santo, esto es, valiéndose de las personas en cuanto que son valores liberadores o salvadores o creadores o carismas que actúan responsablemente en la edificación de seres humanos auténticos, hombres y mujeres de comunión que han entendido que lo único que vale la pena en la vida humana y que justifica nuestra venida al mundo, es salir de nosotros mismos, como Dios mismo lo hace, y comprometerse también como él en la creación de nuestros hermanos.


Una Conclusión final


Ustedes me han invitado para que en esta conferencia dijera una palabra que estimulara y orientara de alguna manera la trascendental tarea del educador cristiano. Por eso permítaseme que formule, a este propósito, tres grandescontenidos que se deducen ya con espontaneidad de todo lo que he pretendido mostrar en esta exposición.


1. Un ser humano, según la revelación definitivamente manifiesta en Jesucristo, no es posible formarlo o educarlo o construirlo sino en comunidad.


Por eso la comunidad no es un producto de nuestra creatividad humana, sino la manera concreta como Dios crea los humanos.


2. El ser humano, auténtico es aquel que viene al mundo a jugarse considerablemente la vida por los demás saliendo de sí mismo, esto es, haciendo comunión solidaria y por lo tanto construyendo comunidad creadora de seres humanos también comunitarios.


3. De aquí se deduce que el educador él mismo es un carisma de liderazgo, es un creador, quien con el poder de Dios participa en la creación formación de un ser humano auténtico o de comunión solidaria.
Por eso el educador cristiano, solo es educador si realmente se inserta entre sus educandos para contagiarlos o impregnarlos de los que él mismo es, una presencia de Dios que sale de sí mismo y pone su mirada más en la persona de su educando que es sus propios intereses.


Un educador solo es, si es un testigo de su propia experiencia de un Dios que sale de sí mismo y se trasciende en el educador. Esto y solamente es lo que constituye la verdadera autoridad del educador.